¡Mis queridos palomiteros! ‘Adam’, me niego a que te quedes en casa atascado por tu dolencia. La película, que toma el nombre de nuestro protagonista, recibió hace 11 años el premio Alfred P. Sloan en el Festival de Sundance, y es de esas películas que llegaron a la cartelera de cine al rebufo del éxito que el director, Max Mayer, había cosechado en televisión con El ala Oeste de la Casa Blanca.
Para encontrar una referencia fílmica de cine del señor Mayer tenemos que remontarnos a 1998 cuando rodó su primera película, Better living, una tibia comedia sin chicha. En esta ocasión nos sorprende con esta comedia dramática. Y aunque Mayer se ha hecho de rogar, la espera ha merecido la pena.
Hugh Dancy da vida a Adam, un joven y enigmático ingeniero electrónico que trabaja para una empresa de juguetes en el diseño de una nueva muñeca parlante. Padece el síntoma de Asperger, lo cual le impide relacionarse normalmente con el entorno.
Su nueva vecina Beth, encarnada por Rose Byrne, es una bella y cosmopolita jovencita lo saca a rastras al mundo exterior con resultados divertidos, conmovedores y totalmente inesperados. La inverosímil y misteriosa relación revela hasta qué punto dos personas pertenecientes a realidades distintas pueden ponerse a prueba en busca de una relación extraordinaria.
‘Adam’, me niego a que te quedes en casa atascado por tu dolencia
Max Mayer (As Cool as I Am, 2013) triunfa con esta comedia agridulce que sigue la estela de romances que introducen alguna tara psíquica en uno de sus personajes, lo que ha dado al cine algunos sonados ejemplos: Rain man (1988), Forrest Gump (1994), Mozart and the whale (2005), Snow cake (2006), Me llamo Sam (2001), Yo, también (2009), Campeones (2018), entre un largo etcétera.
Por su parte, Adam se sostiene gracias a unas interpretaciones frescas, creíbles y muy solventes, engarzadas en un guión ágil que no evita la visceralidad de sus personajes, puesto que en algún momento se rebelan bajo el prisma del pesimismo.
Pero esto no le quita mérito a Mayer, al revés, no le importa mostrar esos matices en estado puro, y buena prueba de ello es que Adam rompe estereotipos y se convierte en un relato que se construye a base de situaciones humorísticas embutidas en una historia de amor evolutiva que ya quisieran para sí muchas producciones del género.