¡Mis queridos palomiteros! Moscati: Hagiografía del médico que impulsó la investigación de la insulina. Hace ocho años llegaba a las salas de cine de toda España esta vibrante y emotiva historia del considerado “médico de los pobres, Giuseppe Moscati, dirigida por el popular cineasta y guionista italiano Giacomo Campiotti (Prefiero el Paraíso, Carrera de primavera, Como dos cocodrilos).
De su gestión se encargó la laureada European Dreams Factory, valiente distribuidora de títulos como Popieluzsco, la libertad está en nosotros, La última cima, Alexia o Vivir para siempre.
Nápoles, inicios del siglo XX. Giuseppe Moscati es un médico con brillante futuro que consigue plaza en uno de los mejores y más difíciles hospitales de la región: “el hospital de los incurables”.
Moscati, a pesar de que procedía de una familia aristocrática, con todas las comodidades, dedicará toda su vida al cuidado y atención de los enfermos, en especial de los más pobres, adentrándose en sus casas y en sus vidas hasta convertirse en su único pilar de apoyo, supervivencia y esperanza. En su camino se cruzará la joven aristócrata Elena, que hará que Giuseppe se replantee su vocación profesional y su futuro personal.
Moscati: Hagiografía del médico que impulsó la investigación de la insulina
Profesor de la escuela de medicina y un pionero en el campo de la bioquímica, su investigación condujo al descubrimiento de la insulina como una cura para la diabetes. Por si fuera poco, también se considera su práctica médica un apostolado de los laicos, un ministerio para los afligidos.
La película despliega con brillantez un amplio repertorio de los denominados “valores” en estado puro, que es lo más interesante del relato. Moscati ante todo es un buen amigo. Dará la cara siempre por uno de ellos, Giorgio, aun cuando éste lo desprecie, se case con Elena, lo humille y hable mal de él.
Además, el filme propone la entrega desinteresada. Moscati no sólo ayudará a sus enfermos con su ciencia, sino que tendrá que pagarles las medicinas y lo que ellos demanden hasta quedarse arruinado.
Sin embargo, la felicidad que experimentará será infinitamente mayor que cualquier retribución humana. Este testimonio vivo de nuestro protagonista irá conquistando a las almas que pasen cerca de él: Sor Elga, el Prof. Monteforte, Anielo, Arcángelo, incluso romperá el caparazón donde se había escondido Giorgio al final de su vida. Y como ya sucedió con la citada Prefiero el paraíso y su protagonista, Neri, aquí Campiotti repite el modelo porque sabe que la alegría desarma a cualquiera.
De este modo, Moscati se muestra siempre feliz, alegre, puesto que la entrega no es verdadera si no se hace con alegría. Esto es lo que le lleva a renunciar a sí mismo hasta su realización completa como médico, hombre y cristiano. Tanto es así que al final de la historia Moscati pronuncia una frase muy elocuente: “En ese nada encontré mi todo”.
Campiotti repite el modelo porque sabe que la alegría desarma a cualquiera
Desde el punto de vista formal, Campiotti desarrolla un guión ágil, creíble, propone una puesta en escena clásica, muy bien ambientada -con especial atención al cuidado en el vestuario y las caracterizaciones de los personajes- y se rodea de un perfecto plantel de actores que dan la medida suficiente para llevar esta historia redonda, tan necesaria como atractiva para todos los públicos, a la gran pantalla. ¡Que ustedes la disfruten!
Moscati murió en 1972 a los 46 años de edad, fue beatificado en 1975 por el Papa Pablo VI y declarado Santo por el Papa Juan Pablo II en 1987. Su fiesta se celebra el 16 de noviembre.
