¡Mis queridos palomiteros! Sebastián Moreno (‘Nana de la desaparición’): la Cultura es sexy. A sus 35 años, el autor mallorquín ha sumado otro éxito a su ya dilatada carrera profesional al hacerse acreedor del IV Premio Internacional de Dramaturgia invasora con temática medioambiental.
Director y dramaturgo de la Cía. La Casquería desde 2015, junto a Raquel Calonge y David Utrilla, con quienes ha escrito y estrenado Nadie come Tierra, Cartílagos en Technicolor o Pinito, Sombras de un Trapecio –en torno a la figura de Pinito del Oro-, por cierto estrenada en el Teatro Circo Price y editada por Ediciones Antígona. Además, algunos textos breves suyos han sido incluidos en ediciones colectivas de la AAT y de Ediciones Invasoras. (De los días sin abrazos, Sen(o)fobia y Abréte, cielo).
En 2020 recibió el Accésit al Premio Calamonte Joven en la categoría de textos teatrales por su obra La orilla también duele: una suerte de docu-ficción teatralizada sobre el asesinato de la transexual Sonia Rescalvo. Por tal dechado de virtudes, he querido asomarme un poco más a su figura. Pasen y lean.
Sebastián Moreno (‘Nana de la desaparición’): la Cultura es sexy
¿Cómo se inicia Ud. en el mundo de la escritura?
Concibo la escritura como una manera diferente de acercarse al mundo: mirarlo, digerirlo, poetizarlo y desaprenderlo. Un sexto sentido que te permite además enfrentarlo desde diferentes ángulos. Mirarlo desde lentes diferentes. Dicho esto, supongo que todo empezó mucho antes de empezar a escribir. En el principio fue el verbo… Más tarde me encontré con el teatro en la adolescencia. Y aún no nos hemos soltado. Me gusta pensar que el acto de escribir teatro es al mismo tiempo una herencia y una deuda; un castigo y un delito. Non bis in ídem.
¿Qué aporta su trabajo a otros del mismo corte?
Imaginé Nana de la desaparición como una fábula caligramática. En el fondo, hereda una estructura clásica, en la forma; es permeable a juegos y herramientas más propias de la poesía visual. Hace unos días mi querido Sergi Belbel, que ha tenido a bien leer la función, ensalzaba la fusión en la pieza del teatro de la palabra con el teatro comprometido. También me indicó que le había remitido a Fragmentos de una carta de despedida leídos por geólogos, de Normand Chaurette, y la poesía escénica de Joan Brossa.
Creo en un teatro que reconforta y araña al mismo tiempo
¿Qué le atrajo del asunto del medioambiente para poner en valor el tema de Nana de la desaparición?
Que el mundo está cambiando es algo que apenas unos necios siguen negando. La huella ecológica del mal llamado progreso es algo que nos persigue. La culpabilidad, la relación entre la naturaleza y la complejidad del ser humano. Y la cuestión sobre la herencia, el relevo, son temas muy recurrentes en mi obra. A veces siento la necesidad de barnizar de nostalgia las páginas para que las letras no se escapen.
En este texto se desmorona como un castillo de naipes una espiral elegíaca. Una triple desaparición que está sucediendo a la vez. La extinción de una especie, la aniquilación de la selva y el envejecimiento de la primatóloga (en el momento en qué escribí la obra Biruté Galdikas tenía 74 años.) ¿Quién la relevará en sus labores? ¿Cuánto queda aún por conocer de los orangutanes dela selva de Borneo? La selva, Galdikas y el último orangután. La misma fragilidad. ¿Quién arrullará a quién? Esa imagen y la poderosa humedad de la lluvia -en Borneo llueve 300 días al año- fueron los motores para empezar a escribir.
¿Cómo fue el proceso de documentación?
Decía Marco Antonio de la Parra, que siempre se debe escribir de lo que no se conoce. Así, la escritura emerge como un proceso mayéutico de aprendizaje. En los inicios, preparando los materiales, se encuentran auténticas joyas. En este caso, textos y vídeos sobre la experiencia de Biruté, y también toda la bibliografía sobre Jane Goodall y Dian Fossey (otras primatólogas; Jane centrada en los chimpancés, Dian en los gorilas), también dignas de protagonizar un texto como este.
A veces siento la necesidad de barnizar de nostalgia las páginas para que las letras no se escapen
¿Estamos muy desinformados en los asuntos que Ud. afronta en su trabajo?
Sí. Es cierto que hay cierta sensibilización con estos temas, pero todavía no ocupan un espacio decisivo en medios de comunicación. Hay muchos intereses en juego, y un miedo estúpido a contarnos que el mundo cambia, por delante de lo inevitable.
¿Qué cree que busca el lector de teatro hoy día?
El lector de teatro, o no existe o para mí es un gran desconocido. Se lee muy poco teatro. Y muy poco teatro contemporáneo. No se apuesta por el género desde las instituciones, ni las grandes editoriales, ni las distribuidoras, ni las grandes librerías. El espacio que se dedica en las librerías no especializadas se reduce a dos estanterías. Es muy complicado encontrar lectores de teatro fuera del circuito de profesionales de las artes escénicas.
Me gusta pensar que somos unos cuantos los que estamos empujando para que esto cambie. Ahora bien, creo en el teatro de la oportunidad, un teatro que no se repite, que sucede. Un teatro donde los límites entre los géneros son difusos. Un teatro que disuelve, no resuelve. Un teatro que reconforta y araña al mismo tiempo. Que sacude. Que abraza. Que aporta una experiencia lectora hedonista, emancipada de la experiencia de la representación. Un teatro que sorprenda, que movilice, que genere diálogo entre el que escribe y el que lee. Un teatro que sea página, balbuceo, voz…
El éxito en la escritura dramática tiene que ver con sentirse cada vez un poco más libre
¿Cuáles son los temas por los que se rigen sus trabajos?
A veces creo que vamos dándonos de bruces con la misma piedra desde diferentes enfoques. Sísifo nunca tropieza. Aunque las temáticas y las atmósferas puedan ser tan distintas como el circo, la noche, el encierro, la migración, la selva; creo que hay un eterno graznar de cuervos sobre mi escritura -como si fuera el cementerio de Pere Lachaise– que versaría sobre la muerte, la nostalgia, la vejez, la enfermedad, la nostalgia, la herencia, la finitud de las cosas. “Que los hombres mueren y no son felices”, como diría el Calígula de Albert Camus.
¿Qué representan para Ud. los premios?
Pues siempre son un acicate. Un impulso para seguir escribiendo. Y una de las pocas vías para generar interés, producciones y viabilidad a algunos de los proyectos que te rondan.
¿Qué es para Ud. el éxito?
“El éxito no tiene sabor ni olor, y cuando te acostumbras acaba por desaparecer”, decía Huma Rojo (Marisa Paredes) en Todo Sobre Mi Madre. Kipling decía que el éxito y el fracaso son “dos impostores a quienes hay que tratar de igual forma”. Desde luego, éxito y premios no son lo mismo. Para mí, el éxito en la escritura dramática tiene que ver con sentirse cada vez un poco más libre.
¿Qué claves puede ofrecer a quienes deciden dedicarse a la escritura?
Que lean mucho y que vayan al teatro. Que cuando escriban, no escriban teatro, escriban para el teatro. Que escriban pensando a quién quieren interpelar, en qué lado de la polis van a colocar ese espejo turbio que será su texto. Que la queja nunca es productiva. Que confíen y jueguen.
Creo que vamos dándonos de bruces con la misma piedra desde diferentes enfoques
Además de escritor, también dirige teatro y algunas de sus obras se han llevado a los escenarios. ¿Es más difícil dirigir o escribir teatro?
Son procesos diferentes y que disfruto de maneras diferentes. Como el embarazo y el parto.
¿Qué opina de la situación de la Cultura en nuestros días?
Seré breve: la Cultura da miedo. Como dan miedo el placer, el cambio, lo diferente y la libertad.
¿Qué habría que hacer para dotar de más visibilidad a la Cultura?
Involucrar a todos los agentes implicados. Confiar en la Cultura como inversión, no como gasto. Hacer planes a corto, medio y largo plazo. Plantearnos objetivos cuantificables. Generar tejidos estables de creación. Sinergias y no intereses. Y no olvidar que la Cultura es sexy y da miedo.
¿Las nuevas generaciones tienen ideas frescas?
Se están haciendo cosas muy interesantes. Desde todos los planos están emergiendo voces muy interesantes.
¿Cuáles son sus referentes teatrales y a qué dramaturgos o directores de teatro admira?
Me formé al arrullo de J. M Benet i Jornet y Sergi Belbel, y también en la adolescencia, me impactaron los textos de Albert Camus. Leer a Sarah Kane y Angelica Liddell te transforma. Actualmente leo mucho teatro. Me gusta mucho el trabajo de compañeros como Nieves Rodríguez, Francisco Javier Suárez Lema, Carlos Contreras Elvira, Tamara Gutiérrez, Paco Gámez, Josep María Miró…
Hay que confiar en la Cultura como inversión, no como gasto
¿Qué otros proyectos tiene en marcha?
Escribir, escribir, escribir. O como díria Beckett, “fracasar, fracasar de nuevo, fracasar mejor”. Tengo varias piezas por terminar (espero hacerlo este otoño). Ando hilvanando el prólogo de la obra de una compañera muy querida que verá la luz pronto. También en los últimos meses del año vendrán presentaciones de libros, algunas colaboraciones pendientes y unas lecturas dramatizadas. Por lo demás: las palabras nos llevarán al galope. Las palabras, el miedo y la lluvia, son lo único que conozco que no arde.