¡Mis queridos palomiteros! ‘Madres paralelas’: Almodóvar resbala en su aproximación a la guerra civil. El pasado 8 de octubre, las salas de cine españolas acogían el estreno de este drama social, último trabajo para cine del oscarizado cineasta, que ha distribuido en cines Sony.
El filme se centra en las andanzas de dos mujeres, Janis y Ana. Coinciden en la habitación de un hospital donde van a dar a luz. Las dos son solteras y ambas se quedaron embarazadas accidentalmente. Janis (Penélope Cruz), de mediana edad, no se arrepiente de tomar esta decisión y en las horas previas al parto está pletórica.
La otra, Ana (Milena Smit), es una adolescente y está asustada, arrepentida y traumatizada. Janis intenta animarla mientras pasean como sonámbulas por el pasillo del hospital. Las pocas palabras que cruzan en esas horas crearán un vínculo muy estrecho entre las dos, que el azar se encargará de desarrollar y complicar de un modo tan rotundo que cambiará las vidas de ambas.
‘Madres paralelas’: Almodóvar resbala en su aproximación a la guerra civil
Después de Todo sobre mi madre (1999), Hable con ella (2002) o Volver (2006), que para mí son las tres historias con mejor acabado actoral, de guion, estético y de dirección, Madres paralelas ha resultado decepcionante. No trato de realizar una comparación, sino de constatar que, cuando quiere, Almodóvar lo hace muy bien. Como decía, con la película de marras no ocurre lo mismo.
En la trama, además de la historia personal de sus protagonistas -forzada y previsible- hay una clarísima intención de volver a la división, a reavivar lo que se suponía que ya se había superado. Me refiero al cultivo de la memoria histórica y de la recuperación de quienes murieron en la guerra civil. El asunto está en que Almodóvar solo toma partido por un bando, y esa parcialidad -que es totalmente intencionada- no acaba de funcionar.
El guion está forzado en ese sentido, al margen de que el cineasta manchego -también autor del guion- resbale en los asuntos de fondo sexual, gratuitos y accesorios, que no añaden nada a la historia, ni a las vidas de sus personajes. A este resbalón se añaden otros detalles salpicados en torno al feminismo, que tampoco vienen a cuento. Están puestos porque sí. Naturalmente, aceptaría cualquier decisión en este sentido en torno al filme, siempre y cuando se le dé un contexto y un motivo.
Este popurrí de ir introduciendo asuntos que no tienen que ver con la trama principal, desdibujan las buenas intenciones de Almodóvar
Así las cosas, este popurrí de ir introduciendo asuntos que no tienen que ver con la trama principal, desdibujan las buenas intenciones de Almodóvar de mostrar a dos mujeres que han dicho sí a la vida, al margen de lo que luego el egoísmo o la falta de oportunidades -laborales y personales- lleven a sus personajes femeninos por otros derroteros. Por otro lado, y como en ocasiones anteriores, la figura del varón queda disminuida, si bien hay un momento al final de la historia donde se redime. Éste es un gran momento de la aventura.
En cuanto a la estructura y los diálogos, Madres paralelas funciona con corrección, Penélope Cruz y Milena Smit realizan unas interpretaciones dignas, y las veteranas Rossy de Palma o Aitana Sánchez-Gijón demuestran sus altas capacidades para la comedia y el drama.
La puesta en escena de Almodóvar es llamativa y muy identificativa con su estilo, así como el talento que tiene su director para detenerse en los pequeños detalles que hacen más creíbles a todos los personajes
De nuevo, la puesta en escena de Almodóvar es llamativa y muy identificativa con su estilo, así como el talento que tiene su director para detenerse en los pequeños detalles que hacen más creíbles a todos los personajes. Grandes planos, bien trabajados por José Luis Alcaine y una afinada banda sonora de Alberto Iglesias son también reclamos que facilitan que el resultado técnico sea bastante bueno.
Queda, pues, una epidérmica historia en torno a la restauración de las víctimas de la guerra civil, un tono sexual y feminista muy marcado, aunque impostado, y un muy buen acabado formal que definitivamente no termina de convencer al intentar introducir varias intrahistorias de trazo grueso. Pedro Almodóvar sabe hacerlo mucho mejor.