¡Mis queridos palomiteros! ‘Palabras Encadenadas’: Que sí, que el infierno son los otros. Hasta el próximo 4 de septiembre el Teatro Bellas Artes de Madrid -dirigido por el afamado productor teatral don Jesús Cimarro– exhibirá Palabras Encadenadas.
Se trata de un intenso thriller de acción por cuya escritura responde popular dramaturgo barcelonés de 58 años, Jordi Galcerán (El método Grönholm, 2003) y de la dirección se responsabiliza el actor y productor pacense de 45 años, Domingo Cruz (Antígona, 2020), que además es el fundador y responsable de la compañía El Desván Producciones. El espectáculo es una producción de Solomúsica Teatro en coproducción con la Junta de Extremadura y la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes.
‘Palabras Encadenadas’: Que sí, que el infierno son los otros
Palabras Encadenadas funciona como un mecanismo de relojería gracias al tándem formado por Jordi Galcerán y Domingo Cruz, por un lado. En el otro tándem se acentúan las virtudes interpretativas de una pareja que, como cualquier don permita, fusiona a dos actores de gran nivel, a saber, Beatriz Rico y David Gutiérrez. Cada uno en su área demuestra que es el mejor. Solo de esta manera se puede certificar que Palabras Encadenadas reúne todas las virtudes que un proyecto teatral puede desplegar para convertirse en un rotundo éxito.
El montaje es, si se quiere leer así, la historia de un psicópata y su(s) crímen(es). ¿Han existido realmente, han sido ensayos para el único crimen que deseaba perpetrar el único varón de la función o todo forma parte de una macabra broma? Por otro lado, también podríamos apuntar que Palabras Encadenadas desvela la imposibilidad de marcar límites entre la locura y la cordura, entre el verdugo y la víctima.
Vídeo del saludo de Palabras Encadenadas
https://www.youtube.com/shorts/tvH5ti9RCgI
Cada mentira que se cuenta tiene una consecuencia dentro de la relación que no tendrá vuelta atrás y solo se podrá arreglar con otra nueva o, lo que puede ser peor, con una verdad que resulte más convincente. Además, el libreto ofrece un dechado riquísimo de fórmulas para manejar el lenguaje y de interpretar ese lenguaje. Como en parte ocurría en La mentira (Claudio Tolcachir, 2016), Palabras Encadenadas facilita ese choque de juegos de palabras, de trucos semánticos, de ironías y otros gazapos gramáticos para así poder esquivar las respuestas comprometedoras.
Narrado en tiempo real, el dramedia se desarrolla en un espacio único, un sótano perdido de la mano de Dios -sin apenas luz, con formato de celda y algunos cachivaches en medio y solo un monitor en lo alto del foro como vía de comunicación con el exterior- donde ambos personajes conviven en busca de la verdad.
Cada uno en su área demuestra que es el mejor. Solo de esta manera se puede certificar que Palabras Encadenadas reúne todas las virtudes que un proyecto teatral puede desplegar para convertirse en un rotundo éxito
La obra contiene una selección de trazas de lo más granado de la historia del cine y del teatro. Por no citar títulos, se aprecian destellos de Hitchcock o de Priestley, por ejemplo. Pero, sin ninguna duda, la personalidad y el estilo de esta versión es único e irremplazable y dejará boquiabierto al respetable desde su arranque.
Todo ello pone negro sobre blanco la actualidad del libreto de Jordi Galcerán y el dominio del espacio escénico y sonoro de Domingo Cruz, especialmente acentuado en su afinada dirección de actores.
Además, Palabras Encadenadas gana en intensidad dramática desde que se levanta el telón, al tiempo que lo deja respirar sin que se resienta el ritmo. Está muy bien trabajado el detonante, la excusa argumental y los giros dramáticos, así como su desenlace.
Nos hallamos pues ante un muy buen espectáculo, del que se aprecian cualquiera de sus diálogos y que lleva consigo una reflexión sobre el comportamiento humano, elaborado con gran inteligencia. Muy, pero que muy recomendable.