¡Mis queridos palomiteros! ‘Las locuras por el veraneo’: Simpático choque de petulantes y poco fuelle. Las Naves del Español en el Matadero (Sala Max Aub, Nave 10), acogen hasta el 28 de enero Las locuras por el veraneo -que originalmente se titula Los afanes del veraneo (1761)-, una coproducción entre el Teatro Español y Noviembre Compañía de Teatro, que supone una actualización de la primera parte de la Trilogía del veraneo (Le Smanie per la Villeggiatura), del dramaturgo veneciano Carlo Goldoni, uno de los padres de la comedia italiana, que se consagró como dramaturgo con la escritura de La posadera (1752).
‘Las locuras por el veraneo’: Simpático choque de petulantes y poco fuelle
Por su lado, Las locuras por el veraneo es la divertida historia de dos familias que luchan por ser las mejores en sus vacaciones de verano. La historia se centra en Livorno, donde Leonardo y su hermana preparan sus vacaciones: maletas, baúles, vestidores… Todo debe de estar listo cuanto antes para partir y disfrutar del verano. Paralelamente el señor Filippo y su hija Giacinta (enamorada de Leonardo) hacen lo mismo. Y deciden compartir todos juntos los caballos y carruajes. Pero una pelea entre los novios, un gorrón cotilla y entrometido que quiere apuntarse al viaje con gastos pagados y el retraso de la confección de un vestido a la moda que hará las envidias de todos en el veraneo, serán los ingredientes que pondrán en peligro la salida.
A partir de una puesta en escena de tono clásico y aire costumbrista, Las locuras por el veraneo cuenta con un vestuario de época muy conseguido, no en vano las costuras son asunto del maestro Lorenzo Caprile. Por su lado, los actores se van introduciendo uno a uno en la escena hasta crear dos grupos al foro, cada uno en una esquina, de espaldas al espectador.
Al fondo, un habitual ciclorama -cada vez con más posibilidades de uso y manejo en muchos espectáculos- condiciona las acciones de sus protagonistas. Y gracias a un espacio escénico sencillo, elegante y limpio de Carolina González -también responsable del atrezzo- y teniendo como principal protagonista a la palabra nos sumergimos en una divertida historia -por cuya versión y dirección responde Eduardo Vasco– en donde las apariencias sociales modifican la conducta de los seres humanos con el fin de demostrar que tenemos más de lo que realmente somos. A veces, un ejercicio de hipocresía e infantilismo a partes iguales, que sigue teniendo total vigencia en la actualidad.
Por tanto, podemos decir sin temor a equivocarnos que Las locuras por el veraneo es una propuesta muy propia en los tiempos que corren, pero que ha experimentado ciertas actualizaciones en su libreto que desnaturalizan un poco la idea matriz con que parte la comedia, o bien han sido aportaciones de los actores al conjunto a medida que creía la pieza. Es decir, la obra es muy polifórmica y facilita que, en ese encuentro con el diálogo, lo moderno y lo clásico converjan…, a pesar de que a veces eso no funcione bien del todo.
Eso no quita que el numeroso elenco resulte bastante solvente –Rafael Ortiz, Elena Rayos, Jesús Calvo, Mar Calvo, José Ramón Iglesias, Alberto Gómez Taboada, Celia Pérez, Manuel Pico y Anna Nácher– si bien es verdad que funcionan mejor dos o tres actores cuando interactúan solos que cuando comparten más diálogo -en general denso- con el resto. O dicho de otro modo: se aprecia cierto desequilibrio en algunas escenas, ojo, bien resueltas en lo concerniente a la arquitectura dramática, pero algo enfollonadas cuando se producen las escenas de masas. En todo caso, aligeran algo todos estos momentos el empleo de la luz de Miguel Ángel Camacho y las composiciones musicales y sus adaptaciones, por cuyo trabajo responde también Eduardo Vasco.
No obstante, a Las locuras por el veraneo –fresco, dinámico y desenfadado– se echa de menos, dado que tiene posibilidades, un texto más ligero -explicita demasiado el conflicto- y con más aportaciones a la escena que liberen el espesor de su contenido. Por lo demás, la obra divierte, entretiene y tiene muy buenos momentos que agradecerá el respetable.