¡Mis queridos palomiteros! Políticamente incorrectos: Otra vez las mismas risas y con la misma gente.
El pasado viernes, 23 de febrero, a los cines españoles llegaba Políticamente incorrectos, la última comedia de la cineasta bilbaína ganadora de un Premio Goya, Arancha Echevarría, por su trabajo en la dirección de Carmen y Lola (2018), que fue su debut en el cine tras un destacado número de cortometrajes. Distribuye en cines DeAPlaneta.
Políticamente incorrectos: Otra vez las mismas risas y con la misma gente
El filme que nos ocupa, Políticamente incorrectos, principalmente cuenta las andanzas de Laura, que interpreta Adriana Torrebejano y Pablo, al que da vida Juanlu González. Son dos jóvenes implicados en los partidos políticos donde militan, aunque de ideología opuesta (ella Nueva Izquierda y él España Liberal), sin mucha visión del oficio de político ni de las connotaciones que acarrea desenvolverse en un ambiente devorado por la erótica del poder. Sin embargo, y a pesar de ser el último eslabón de los partidos a los que representan, estarán obligados a entenderse tras ser abandonados a su suerte en mitad de un páramo.
Arancha Echevarría lleva el tratamiento de la historia por el circuito de la comedia fácil, cuya trama está ya muy vista desde que en los años 80 arrancaron las producciones de tono paródico sobre los políticos y su atípica manera de hacer política. En este sentido, la cinta no despierta ningún interés. Además, está llena de clichés y muy pasada de rosca con el humor negro y los “homenajes” a representantes de la política bien reconocibles.
Todo junto, este cóctel de ideas disparatadas no añade ni propone algo interesante en torno a la historia de la comedia en el cine español. Y eso que la joven guionista de la peli, Olatz Arroyo, sabe escribir muy buenas historias. Si no, acordaos de El mejor verano de mi vida que ponía en valor la unidad familiar con bastante inteligencia.
Lo que está claro es que Políticamente incorrectos no se quiere tomar en serio. Y, ciertamente, esta es una de sus virtudes, es decir, la de saber reírse de los grandes problemas. También resulta gratamente sorprendente comprobar que funcionan mejor las escenas con más carga dramática que las cómicas, que es desde donde realmente parte la aventura. En este sentido, ha de reconocerse el talento de todo el equipo actoral, los chispeantes golpes de humor que despliega Políticamente incorrectos y el buen ritmo que tiene la historia durante todo su metraje.
En cualquier caso, Políticamente incorrectos no deja de ser una inofensiva propuesta de cine comercial, ligera, con gancho a causa del gran elenco que contiene, pero olvidable tras abandonar la sala de cine.