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Calle Maestranza: pasado militar y presente universitario

Reportaje sobre la Calle Maestranza
Entrevista al rector de la Universidad de A Coruña, Julio Abalde

El nombre de la Calle Maestranza nos da una pista de lo que era no hace demasiado tiempo: aquí se ubicaba la Maestranza de Artillería, donde se construían piezas para reparar y conservar los cañones o los fusiles del Ejército. Su creación fue ordenada en el siglo XVIII por el rey Fernando VI, y tuvo que librar su particular guerra hasta su forma definitiva. El edificio que había diseñado el ingeniero militar Francisco Llobet comenzó a levantarse en 1752. Pero las obras generaron las protestas de los vecinos, que en aquellos tiempos eran los conventos de la zona: Santa Bárbara, Santo Domingo y el más próximo, San Francisco, que alegaba que invadía sus territorios.

Los trabajos se paralizaron, hubo compensaciones a la Iglesia y dos años después el edificio se terminaría y se utilizaría como almacén. No fue hasta 1771 cuando se retoma el impulso de dotar a la ciudad de estos talleres militares, y así surge el proyecto del ingeniero Baltasar Ricaud. con una planta en forma de hexágono irregular y un gran patio porticado que conservaría su uso militar hasta pasada la segunda mitad del siglo XX.

En 1984 la Maestranza, entre otros terrenos propiedad del Ejército, pasa a manos del Ayuntamiento de A Coruña, que 10 años después inauguraría allí el edificio más destacado de esta calle

El edificio del Rectorado 

Fue en 1994 cuando la Maestranza de Artillería cambió el sonido de las fraguas por el del Gaudeamus y los uniformes militares por los birretes, con la inauguración en el inmueble de la sede del Rectorado de la Universidade da Coruña, tras una remodelación que costó mil millones de pesetas.

Desde José Luis Meilán a Julio Abalde han pasado cuatro rectores por este inmueble que conserva por fuera parte de su aspecto neoclásico original pero que fue completamente remozado para poder habilitar en su interior oficinas y despachos, por lo que es moderno y funcional por dentro.

De todas las estancias, destaca la del Paraninfo, el principal salón de actos universitario que, cuando descorre sus cortinas, asombra a los asistentes con un enorme ventanal al mar. Y esta vista es también uno de los atractivos de la cafetería. La falta de establecimientos hosteleros en esta calle Maestranza, unida a un menú del día de precio universitario, hace que el local se llene habitualmente de familiares que acompañan a pacientes al Hospital Abente y Lago. Con ellos, toman el café cada día unos 120 trabajadores del edificio académico.

 

Menos tráfico y más silencio

En la calle Maestranza también se oye con frecuencia a las gaviotas que anidan en el Rectorado o el sonido de niños. Es habitual que resuene en el exterior el bullicio de las escuelas infantiles, el CEIP Cidade Vella o el colegio Dominicos, que lindan en su parte trasera con esta calle y cuyos edificios sostienen los restos de uno de los tramos que quedan de la muralla de la Ciudad Vieja, con la maleza perfectamente integrada entre la piedra.

De todas formas, esta Maestranza es cada vez más silenciosa. Los sucesivos cambios de circulación la han hecho de sentido único, dirección Campo da Estrada, y han reducido la presencia de autobuses. Ahora solo circulan cuando van hacia Orillamar, pero cuando vuelven lo hacen por el Paseo Marítimo.

Los cambios para hacer peatonal la Ciudad Vieja han teñido de amarillo parte de las plazas de aparcamiento, ahora reservadas a residentes y trabajadores del casco histórico.

 

Han pasado algo más de dos meses desde los cambios. De momento, queda mucho despistado y bastante margen de mejora, a tenor de las 500 sanciones impuestas por la Policía Local por invasión de los lugares reservados desde el inicio de la peatonalización de la Ciudad Vieja, en junio de 2018 y las invasiones puntuales de vehículos que circulan en sentido contrario en dirección a San Carlos. 

Aceras más anchas en la vía sin comercio

Residentes hay unos cuantos, desde los vecinos de los grandes edificios frente al Campo da Estrada a los inquilinos de la azul residencia militar, custodiada por una gran palmera y una bandera de España. Lo que no encontramos en Maestranza son comercios. El último fue la Librería Eclipse, todavía con su letrero pero con la valla metálica permanentemente cerrada.

 

El busto del escritor Miguel González Garcés, monumento que divide las dos partes diferenciadas de la calle Maestranza, ha sido testigo de unas cuantas obras este verano. Las modificaciones están por terminar, tal y como habla el propio pavimento de esta vía, con pintura blanca y parches un poco confusos. Se ve un paso de cebra situado en una zona distinta a donde está rebajada la acera para carritos y sillas de ruedas.

 

Desde hace unas semanas, las aceras en la zona más próxima al Colegio de Santo Domingo son más anchas, en teoría para hacer más fácil la entrada y la salida al centro escolar, a pie. Lo que harán los coches que inundaban el entorno del cole hasta ahora es una incógnita. Y es que el comienzo de curso, esta misma semana, será todo un examen de septiembre para esta calle Maestranza anclada entre el pasado y el futuro