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La Marina: el centro de la ciudad de cristal

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Avenida de La Marina. Comienza en la avenida de Montoto y termina en el Cantón Grande. 33 números. 400 metros. Entre 15001 y 15003.

 

Galerías para la parte trasera de las casas

Las galerías de La Marina representan, desde hace décadas, una de la fotografía más típica de la ciudad de A Coruña. Esta solución de carpintería y cristal se impulsó en la segunda mitad del siglo XIX. Entonces, sustituía al tradicional balcón corrido.

Además de las ventajas estéticas, las galerías acristaladas traían beneficios para las viviendas de esta zona de Pescadería: alejaban la lluvia de la fachada, permitían la calefacción natural con la luz del sol y facilitaban la ventilación en verano.

Aunque lo curioso es que no están situadas en las fachadas principales de las casas, que tienen su entrada por Riego de Agua… o por María Pita. Ese último tramo entre la calle Fama y Puerta Real se denomina Avenida de Montoto. No obstante, tradicionalmente los vecinos lo siguen considerando parte del conjunto de La Marina.

La macrogalería de Casa Batanero, la Casa Rey, con sus cariátides mirando a Puerta Real, o las vidrieras de colores diseñadas por Gabriel Vitini son algunas de las construcciones más notables de estas galerías. Los cristales brillan más que nunca gracias a las reformas realizadas en los últimos años.

Además de viviendas, entre el conjunto se puede encontrar el Colegio de Médicos y el de Farmacéuticos, oficinas de Abanca (en lo que fue el edificio cultural de Caixanova) o la sede de la Fundación Paideia.

La Marina, antes y después

De casas de pescadores, hace siglos, estos edificios pasaron a ser emblema de la burguesía. De acoger la venta de pescado, los soportales se convirtieron en área reservada a terrazas. Y la que era una de las principales arterias de tráfico hacia la zona alta, ahora es una vía semipeatonal. Desde 2015 , solo el transporte público y contadísimos coches están autorizados a pasar por esta explanada frente a la dársena. Es el resultado de la mayor transformación urbana vivida en la ciudad de A Coruña en la última década.

Con el soterramiento de la circulación por el nuevo túnel, se pasó a 32.000 metros cuadrados de superficie reurbanizada. En la zona ganada al mar se colocó mucho granito, farolas de acero cortén y árboles de tronco fino para no provocar problemas en el subsuelo hueco. El cambio todavía genera opiniones encontradas.

Los hosteleros, tras el escepticismo inicial, avalan esta nueva explanada, que les permite programar actividades de dinamización durante todo al año.

Piden, eso sí, ampliar algo más el horario de reparto por la mañana y restringir más la circulación el fin de semana. Cuestiones que contaba en esta entrevista Antón Sáez, presidente de la asociación de hosteleros de La Marina:

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Transporte público y marítimo

Por las seis paradas que hay entre el Obelisco y Puerta Real circulan hasta 11 líneas de bus. Y tras el autobús rojo, todos los días, se puede ver conductores despistados que ignoran o no ven las señales que indican que esta zona está vetada para el coche.

Cada vez son menos, pero los sigue habiendo, atraídos por la falta de indicaciones claras que lleven ya desde la entrada de A Coruña a los visitantes hacia la avenida do Porto.

Las cámaras son implacables. Solo en sus primeros nueve meses de funcionamiento, impusieron casi 35.000 multas. Muchas de ellas fueron admitidas posteriormente como erróneas por el propio ayuntamiento de A Coruña.

Los únicos que no tienen problema para aparcar aquí son los cruceros, que inundan las terrazas de turista de chancleta y calcetín. La mayoría son británicos o alemanes. Desde el norte de Europa, el clima de A Coruña les parece envidiable.

Con estos grandes barcos ha pasado a un segundo plano la otra foto de La Marina, con pesqueros como el Anageli o el Cabo Hornos II que todavía amarran al pie de la dársena.

En verano, la lancha Rías Altas 2 hace pluriempleo y acerca a los visitantes a la ría y al puerto interior en paseos guiados. Desde el mar se ve la mejor de las perspectivas de La Marina.

Música de Negra Sombra y sabor a helado artesano

El Teatro Colón, el Sporting Club Casino, la Casa Paredes o la Autoridad Portuaria son también emblemas de La Marina. A la Subdelegación del Gobierno merece la pena ir en primavera, cuando florecen sus tres árboles del amor. 

También el edificio principal de Correos, cuyo campanario pone la música cada hora a esta zona.  Y qué música. Suena la Salve Marinera, de día o el Negra Sombra de Rosalía de Castro cuando se hace de noche. A unos metros, está el teatro que lleva el nombre de la escritora de Padrón. 

Este es el sonido. El olor, a salitre. Y el sabor, cómo no, a helado.  Quien venga a La Marina no puede perder la oportunidad de acercarse a alguna de las heladerías de la zona. Son seis, en concreto, que llevan el producto de elaboración artesana por bandera.

El helado de turrón y pistacho de La Ibi también se puede comer en invierno. O el de café de la Colón. Éste es el preferido de Margarita. Esta vecina de la avenida de Arteixo de 70 años no falta a su cita diaria con el helado. Llega a La Marina llueva o haga sol. La tradición, cuenta, le viene de familia.