Calle Ramón y Cajal. Comienza en la avenida del Ejército y termina en Salgado Torres. 57 números. 450 metros. 15006. Pateamos por el bulevar comercial de Cuatro Caminos.
El médico que descubrió las neuronas
La calle Ramón y Cajal se refiere a uno de los grandes referentes de la ciencia, en España, y en el mundo. Hablamos de Santiago Felipe Ramón y Cajal, natural de Petilla de Aragón y Nobel de Medicina. Lo ganó en 1906, por un trabajo sobre la estructura del sistema nervioso. Este médico fue quien descubrió las neuronas y definió su papel, lo que supuso una enorme revolución respecto a las creencias de que el cerebro funcionaba con conexiones continuas. En los años 20, A Coruña acordó darle su nombre a una de las nuevas calles que estaban naciendo, en este caso cerca de Cuatro Caminos. El entorno de Ramón y Cajal se definía como la zona de más porvenir de la ciudad, muy marcada por la actividad portuaria, la de la fábrica de tabacos o, en el otro extremo, por la estación del Norte. Hoy en día, es una de las vías principales de conexión hacia San Cristóbal, la Tercera Ronda, la estación de buses o Monelos.
La revolución comercial
1986 marca un importante punto de inflexión en la historia de Ramón y Cajal. Fue entonces cuando aquí se inauguró El Corte Inglés. Para su construcción fue necesaria una inversión de 7.000 millones de pesetas y el desmantelamiento del poblado chabolista de A Cubela, cuyos habitantes fueron trasladados a Penamoa. En su lugar, surgió un edificio gris, cuadrado, de siete plantas.
La seña de identidad: el letrero verde. También, la iluminación navideña, cuyo encendido se tomó desde siempre como el inicio oficial de estas fiestas en la ciudad. El Corte Inglés supuso un importante revulsivo para esta zona de la ciudad. Y casi un año después de su inauguración, le salió un compañero.
En 1987 abrió sus puertas el edificio del molinillo naranja: Cuatro Caminos, que los más veteranos todavía llaman “Superco” o, simplemente, “el centro comercial”. Porque fue el primero, como tal, de A Coruña, con casi un centenar de locales y referencias marcadas para siempre en nuestra memoria. Quién no recuerda el oso de Natura, el primer Bershka o tomar una pizza en el Tops. Con dos centros comerciales, no es extraña esa imagen de Ramón y Cajal colapsada en épocas de mucha demanda de consumo. El atasco fue viniendo a menos con la apertura de más grandes superficies, pero en el tráfico de Cuatro Caminos todavía se nota bastante cuándo comienzan las rebajas
Tráfico intenso, carril bici y rotondas
En Ramón y Cajal tráfico no falta. Es continuo e incesante, con muchos coches y muchos buses. Urbanos… y de línea, los que salen de la estación. Los camiones ya no pasan por aquí, desde que el túnel de Eirís desvía el tráfico pesado por Oza. El asfalto se resiente y crea, en algunos puntos, baches que sobreviven los sucesivos rellenos de alquitrán. Y los carriles para los de cuatro ruedas se han estrechado para sumar otro para los de dos: el carril bici. La ruta ciclista comió espacio del tráfico y desplazó plazas de la zona azul.
Con el aparcamiento, también se movió la doble fila, siempre presente en horario comercial. El carril bici, de momento sin salida, tendrá continuidad con dos rotondas a ambos lados de la calle. La primera, frente a Salgado Torres, está ya en construcción y hace del tráfico un rompecabezas con los diferentes cortes por fases. La segunda, frente a la Casa del Mar, es todavía un proyecto y prevé estar en 2020. De las rotondas y los planes de renovación de la calle habla en esta entrevista el Concejal de Urbanismo, Juan Díaz Villoslada:
Si miramos a la parte de abajo, encontramos más coches. En Ramón y Cajal hay varios parkings subterráneos. Están los de los centros comerciales y también el más barato de la ciudad, el que hay bajo la flamante zona de tabacos. Las nuevas promociones y la remodelación de la antigua fábrica como edificio judicial han traído una segunda juventud al barrio, que algunos comparan con la llegada, en su momento, de El Corte Inglés.
Un bulevar y una rivalidad churrera
Ramón y Cajal es bulevar, con árboles en el centro, hasta el cruce con la avenida de Oza. A partir de ahí, la mediana separa carriles sin necesidad de adornos. Rodeándola, edificios altísimos y locales variados. Destacan varias tiendas de moda y zapatos, la galería comercial a Nóvoa Santos o los cafe-bares y mesones de menú del día, muy frecuentados por personas vinculadas al puerto. Se nota que aquí está la Casa del Mar, con todas las historias marineras que ello conlleva.
Y, sobre todo, la calle es testigo de una rivalidad silenciosa revestida de aceite.
La Churrería El Timón llegó aquí en 1976 y se convirtió en todo un clásico de la calle. Justo enfrente abrió en 2006 un local de Bonilla a la Vista que se sumaba a los establecimientos que ya tenía en el resto de la ciudad. Las peleas entre aficionados al Timón y al Bonilla son, sin duda, uno de los clásicos coruñeses por excelencia. Por si acaso, desde aquí, somos de decisión salomónica: ya que estamos en la calle, lo mejor es probarlos todos.