Rosco de Semana Santa
Receta que se liga y consume como una más de las tradiciones de Semana Santa. Aquellos vendedores ambulantes ataviados con su chaquetilla y gorra blanca, y sus canastos repletos de roscos pregonando por doquier su mercancía, se recuerdan gratamente en el disco duro de nuestra memoria olfativa-gustativa. Se asocia a ese olor a incienso, mezclado con un agradable gusto a canela y clavo de aquellos roscos, mientras se oían, cada vez más cerca, el sonido de los tambores y cornetas que anunciaban la inminente llegada de la procesión, que la chiquillería esperaba impaciente.
Ingredientes
- 2 kg de harina fina de trigo (paroximadamente)
- 12 huevos
- 1 cucharada (rasa) sopera de clavo molido
- 1 kg de azúcar
- Aceite de oliva virgen extra (para engrasar la placa done hornearemos los roscos)
Elaboración
Se separa las claras de los huevos, apartando las yemas, y éstas (las claras) las montamos a punto de nieve, para ponerlas en un barreño, al que le añadiremos las yemas, el azúcar y el clavo en molido. A este preparado le vamos incorporando la harina que la mezcla admita (no tiene que añadírsele necesariamente los dos kilo). Amasamos hasta obtener una pasta compacta similar a la del pan pero menos consistente, y la dejamos reposar durante una hora y media aproximadamente.
Por último, se van tomando pequeñas porciones con la masa para ir dándole forma a los roscos, que deberán tener la forma que se puede apreciar en la foto, cedida por la revista digital de gastronomía Cosas de Comé,de esta receta. Se depositarán en una lata de hornear engrasada y se meten al horno a una temperatura media, sobre unos 160 0 180º durante unos 25 0 30 minutos (dependiendo del tipo de horno que tengamos); durante ese tiempo debemos estar vigilándolos y cuando veamos que ya empiezan a gratinarse ligeramente, lo sacamos rápidamente del horno. Esto es muy importante porque si nos pasamos de cochura quedan extremadamente duros hasta el punto que resultaran incomibles. Si cuando lo saquemos de horno ligeramente gratinados vemos que están blandos, no os preocupéis porque unas que se enfríen ya se endurecen.