La tradición culinaria isleña de cuaresma perdura en el tiempo. Y esto es posible gracias, principalmente, a las mujeres de este rinconcito de Andalucía que con su contante y continúo trabajo unido al cariño que siempre han tenido, y tienen, a los fogones. Por lo cual les tenemos que estar muy agradecidos porque de no ser por ellas se nos perdería una de nuestras principales señas de identidad que nos distingue, como es el Arte Culinario de cuaresma.
Así, hoy (Sábado día 26) he disfrutado de lo lindo con uno de los platos más señeros de esta época del año previo a la Semana Santa, como son los Alcauciles, que mi buena amiga Mª Carmen Rodríguez, esposa de mi también querido amigo –casi familia– Diego Monetro; ese importante empresario isleño de restauración que regenta el Grupo Yeyo, ha cocinado, donde los chicharos, las habas, las patatas y ese huevo cuajadito junto con esas alcachofas silvestres han formado ese maravilloso cuadro que podéis contemplar en la foto. Con cuya especialidad cuaresmal, con la que me llenó mi fiambrera –o Tupperware, que dicen la gente moderna–, he disfrutado de lo lindo retrotrayéndome a esa añorada cocina que mi madre Carmela, siempre recordada, preparaba en estos días.
Gracias Mª Carmen por seguir manteniendo viva esa cocina “semanasantera” de la que tanto podemos presumir en La Isla en particular y en el resto de Andalucía en general.
La receta
Ingredientes
1 kg de patatas
1 cabeza de ajos
3 hojas de laurel
½ vaso de aceite de oliva virgen extra
4 huevos
¾ l de agua
1 ramita de perejil
c.s. de sal
Elaboración
Tras mondar y lavar las patatas, se cortan a trozos regulares para echarlas en una cacerola, a la que también se incorpora la cabeza de ajos ya pelados y picados, las hojas de laurel, el aceite, la sal y el agua necesaria, pero sin llegar a cubrir totalmente.
Se lleva a la lumbre y, una vez que rompa el hervor, se deja cocer a fuego lento hasta que las patatas estén tiernas. Posteriormente se le incorporan los huevos cascados y dejamos cocer unos minutillos hasta que estén cuajados, pero procurando que las yemas no queden duras. Finalmente, antes de servir, se espolvorea con el perejil muy picado.