ADIÓS QUERIDO ANTONIO
Una pena. Sí, efectivamente hoy es un día triste que quedará reflejado en el calendario de esas efemérides que siempre quedan ahí para recordar y recordarlo. Por esperada, no ha dejado de causarme un impacto y un tremendo dolor la noticia, después de conocerla a primeras hora de esta misma mañana (10 de marzo) tras llamarme mi hermano Juani para decírmelo: ha muerto Antonio Atienza. Un tremendo escalofrió de unos segundo recorrió todo mi cuerpo, al tiempo de una tremenda angustia, dolor y pena. Porque con Antonio me unía –nos teníamos– un cariño especial, desde que tuvimos la suerte de que aterrizar en La Isla procedente de su siempre querida y añorada Lebrija, allá por los años ochenta, cuando hacía sus espacios sobre flamenco en Radio La Isla, alternándolo con el también siempre recordado y querido Salvador Aleu, con quien, este que suscribe colaboraba.
Antonio ha sido un ejemplo a seguir en este bonito y apasionante mundo del periodismo tan denostado para aquellos que no son capaces de afrontar ni asimilar esa crítica incisa, concisa, y precisa que sólo él sabía plasmar de forma objetiva y clara para que sus lectores estuvieran, o estuviéramos, informados verazmente, cosa que nunca le podríamos agradecer lo bastante y que desgraciadamente ya no podremos manifestarle, porque se nos ha ido, en silencio, como hacia sus grandes trabajos, sin querer decir nada a los que los queríamos, trabajando contantemente hasta última hora al frente del Grupo Publicaciones del Sur (San Fernando Información, Radio La Isla y 7 TV San Fernando) que amaba con toda su alma y cuyos trabajadores de esta empresa tanto lo querían.
Por eso, nunca olvidaremos a este gran periodista, a esta gran persona, a este gran compañero y sobre todo a este gran amigo, porque atrevés de su pluma, sus micrófonos y su inseparable cámara nos ha proporcionado tantos y tantos momentos de felicidad leyéndolo, escuchándolo y viéndolo como era capaz de plasmar la realidad con libertad, sin cortapisa hablando la verdad de toda la verdad. Así que su esposa, sus hijos, sus nietos y demás familiares tienen que sentirse muy orgulloso de haber tenido a un marido, un padre un abuelo…ejemplar del que podrán presumir siempre de esa inconmensurable obra que nos ha dejado, ya que ahí quedará para la historia sus textos, audios y videos, con los que nos podremos consolar un poquito recordándolo.
Ojalá pudiese encontrar esa palabra con la que consolase a sus seres queridos y compañeros; cosa muy difícil, yo diría casi imposible, pues nada nos puede consolar esa irremediable pérdida de este gran hombre que tristemente nos ha dejado como mi querido, añorado y siempre recordado Antonio Atienza. Al que desde aquí le envió mi abrazo emocionado allá donde esté que seguro, seguro, seguro, será donde estén las personas buenas como lo era él.
Pepe Oneto