Los redactores de la revista de corazón norteamericana «US Weekly», se han pasado un día entero buscando precios y haciendo cálculos. Nos gustaría ver la hoja de Excel que computa los gastos de la rutina de belleza de la mujer del Príncipe William, porque según ellos, asciende a 37.728 dólares (30.103 euros) anuales.
¿Qué incluye? Sus tres visitas semanales a la peluquería (el salón de Richard Ward en el centro de Londres) donde la peinan, se hace tratamientos puntuales de keratina para alisarse el pelo, y le dan mechas. En casa usa los productos de Kérastase, que todos sabemos, son de alta gama. Para ser una chica que va tanto al campo, nos extraña que no haya descubierto todavía el champú para caballos.
¿En su neceser? El imprescindible Touche Éclat, de YSL o SL, o como se llame ahora la firma, máscara Hypnose de Lancôme, y varios productos de maquillaje de Bobbi Brown, que siempre han estado muy de moda en Londres entre las pijas de Chelsea.
Pero lo mejor es la noticia de que su suegra, Camilla Parker-Bowles, le recomendó un tratamiento facial de 200€, de la experta en belleza Deborah Mitchell, que se llama «Bee Sting» y que se traduce como «picadura de abeja». Supuestamente es la alternativa orgánica al botox. Nos encanta la obsesión que tienen Charles y Camilla con todo lo orgánico. Y no solo existe un tratamiento en cabina, hay toda una gama de productos elaborados con veneno de abeja. Entonces, ¿la versión «low cost» sería agitar una colmena y dejar que te piquen a gusto?
