Los bancos defraudan, los políticos tienen agendas secretas, la gente miente y engaña y entonces, para no entrar en una profunda depresión me he ido de compras. Busco productos transparentes. No sé si harán lo que prometen, pero al menos en su aparencia, inspiran confianza, que ya es mucho.
Aquí los tenéis, un champú de caballo modificado que compré en un supermercado, el desmaquillante de Nars, un bote de aire (si, aire) de los Pirineos y el sérum de ácido hialurónico de David Francés.
El champú lo he usado una sola vez, y por ahora promete. El desmaquillante, desmaquilla tal y como dice. El aire, es eso, no hay mucho más que contar. El sérum me encanta y lo uso hasta dos veces al día, aporta luminosidad a mi piel. Menos mal que en tiempos difíciles, siempre podemos contar con la industria de la belleza. Y ahora me voy a beber una tónica premium de Schweppes (con sabores), para poner unas burbujas de alegría en mi vida cristalina.