Los que piensan que ir de blanco de los pies a la cabeza es algo fácil se equivocan. Para ir vestida de color blanco, y bien, hay que lograr un equilibro entre las distintas texturas de las prendas que compongan el look. Por ejemplo, sería un error ir con una camiseta de algodón y unas mallas «legging» de algodón, porque parecería que vas en pijama.
Entre las telas preferidas para el verano está el lino, el tejido estival por excelencia, que funciona muy bien en chaquetas de corte recto o masculino (en pantalones lo desaconsejamos porque se arrugan mucho y puede resultar antiestético). La chaqueta de la foto es de lentejuelas, y lo bueno es que al ser blanca sirve tanto para el día como para la noche.
También se ha puesto muy de moda el encaje en los tops o incluso en pantalones cortos (por supuesto enteramente forrados). ¿Lo más fácil? Uno vaquero en denim blanco, estilo «robado al novio» (dos tallas más), versión pitillo o incluso «shorts» como los de la foto, que llevan encaje en el bajo. Son esos pequeños toques los que harán que tu estilismo se diferencie del resto.
La parte de arriba puede ser de algodón liso, de lino salvaje, o de seda, en forma de camisa amplia, ya que en verano se agradece la ropa que no ciña ni oprima.
Ahora, los accesorios son otro tema. No hace falta que sean blancos, ni es aconsejable. Por el día, opta por colores tierra en sandalias planas y en bolsos bandolera. Por la noche, haz como la It girl Dree Hemingway y añade unos zapatos en tono pastel, como los suyos modelo «Mary Jane», en verde mint (menta).