1. Aprender a esquiar. Ya me he cansado del look après-esquí, de las Moon Boots (por mucho que sean de Dior) y de esperar a mis amigos en el bar. Me apetece invertir en un conjunto de ropa más técnica y quemar calorías. Si Victoria Beckham fue capaz de descender una montaña con glamour (con sus esquís de Chanel), yo debería poder hacer algo más que ir en cuña por las pistas. Todo será ponerse
2. Aprender de Kate Middleton y usar medias en invierno. Cuando trabajaba en Londres, las chicas no llevábamos medias, ni negras, ni transparentes, porque no era «cool». La tendencia era ir sin medias. Por el día íbamos con bailarinas, sin calcetines, ni ejecutivos (eso era para señoras mayores). Por la noche, con minivestidos y tacones, sin medias tupidas, ni menos tupidas, ni de rejilla. Era la única forma de fardar de moreno (quería decir que habías ido de vacaciones a St Barths en el mes de diciembre) y de entrenador personal (porque las piernas tenían que estar fibrosas). Pero desde que Catalina de Cambridge ha empezado a lucir medias de cristal, son socialmente aceptables. Me voy a apuntar a las medias en invierno, que al menos así, ahorraré en Frenadol.
3. Dejar de comprar zapatos sin sentido. Si no puedo andar con ellos, se quedarán en la tienda. No desenfundaré la Visa por mucho que mi inconsciente me intente convencer de que los necesito en mi vida. Haré como Emanuelle Alt y no pasaré de los tres centímetros de tacón.
4. No comprar más ropa de inverno. Ya quedan pocos meses de frío y seguro que me apaño con lo que ya tengo en el armario.
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5. Pasar de la psicosis de las marcas de sol. Cuando llega el verano, paso más tiempo preocupándome por si el tirante de mi camiseta me va a dejar una marca, que disfrutando del buen tiempo, del mar y de la hamaca. La próxima vez que vaya a la playa, usaré bañadores, triquinis, bikinis multi-tiras sin pensar en la homogenidad de mi moreno.
