Con la recesión americana, llega lo que en EEUU denominan el «fauxsumerism» o el falso consumismo. Antes de que os adelantéis, no tiene nada que ver con la compra de falsificaciones. Más bien, la «falsa compra» tiene que ver con la «no compra».Ahora bien, el que no compremos, no significa que no tengamos ganas de comprar. Las ganas siguen ahí, lo que no hay es «cash» para rematar la transacción. ¿Resultado? Somos una generación de compradores frustrados. Nos pasamos horas mirando ropa y accesorios en internet, haciendo «wish lists» interminables, llenando cestas de compra, sin llegar a rellenar los datos bancarios para ejecutar la compra online.
En la calle igual, miramos en todas las tiendas, nos lo probamos todo, comparamos precios y estamos informados de todas las tendencias, pero en casa, el contenido de nuestro armario está sin renovar. Yo lo llamo «el efecto egoblogger». A veces con hacer un «selfie» en el probador, y colgar la foto en Instagram, ya nos quitamos en ansia de poseer ese look y no nos hace falta tenerlo físicamente.