Viendo cómo se llenan los mercadillos de verano y las tiendas de ropa con precios inflados de las zonas costeras he llegado a la conclusión de que, como regla general, compramos más ropa y accesorios en los meses estivos.
Igual debía de haberme dedicado a la sociología y no a la moda. Porque esta conclusión basada en mi propia experiencia como compradora compulsiva de bikinis «animal print» y mini-shorts vaqueros «vintage», además de observadora, también tiene una explicación. Y es que en verano estamos todos más morenos, más delgados, más relajados y más guapos. Por lo tanto la ropa nos sienta mejor.
Todo esto para dejaros con dos sabios consejos a la hora de entrar en una tienda a mediados de mes de agosto. El primero: dejad de comprar prendas de verano que ya no quedan casi días de playa y el año que viene se llevará otra cosa. El segundo: si vais a invertir en ropa de otoño-invierno, recordad que en poco más de un mes estaréis más blancos de piel, posiblemente con más kilos y que ese top de encaje negro de mangas largas y con la espalda (morena) al aire que os estáis probando frente al espejo, tendrá que ir acompañado de varias capas de jerséis, chaqueta, abrigo y bufanda y posiblemente pierda todo su encanto en el contexto invernal.