El hijo de la princesa Ira de Fürstenberg y el príncipe Alfonso de Hohenlohe acudió recientemente a un evento en Marbella con una chaqueta estilo esmoquin color azul eléctrico, sobre una camiseta psicodélica, pantalón negro de tela brillante y zapatos con borlas sin calcetines. Cómo habrá sido el estilismo que nadie se fijó en las osadas transparencias de su pareja Simona Gandolfi.
Quién diría que su madre fue una de las mujeres más glamourosas de las décadas de los 50, 60 y 70 y su padre de los hombres más elegantes. Claramente este señor es la prueba irrefutable de que el estilo no es hereditario.
El cantante pop, fotógrafo y empresario que creció en Méjico ya demostró en el pasado que el no se rige por las reglas sartoriales de la sociedad. Y es que hace unos años se presentó en la Ópera de Viena (en la cual es mandatorio el vestir de etiqueta) en zapatillas deportivas, porque decía que había tenido un accidente de esquí. Que lo haga Carolina de Mónaco, que acudió lesionada al Baile de la Rosa con unas «sneakers» de Chanel alta costura está bien, porque era un evento benéfico y está en su Casa. Pero este señor, mejor se hubiese quedado en reposo en la suya.