Llámense «clones» a esas prendas «low cost» inspiradas en otras de firmas de lujo. Para que nos entendamos… las copias con siete diferencias (o sea cual sea el número legal necesario de cambios que necesita una prenda para no llegar a ser considerada una falsificación).
Pues estos clones de los que os hablo, son los responsables de que esta temporada, los precios de la ropa de firmas de lujo sean más elevados que nunca. ¿La premisa? Este otoño invierno 2014-15 da la bienvenida a la tendencia «ropa de calle» en las colecciones «deluxe». Pensad en los pantalones chándal de Chanel o el vestido camiseta de baloncesto de Tom Ford. ¿Y qué tienen que hacer estos diseñadores para asegurarse que sus diseños resulten difíciles de copiar en versión barata? Utilizar acabados de lujo absoluto, texturas especiales y materiales suntuosos.
¿Un ejemplo? Mary Katrantzou ha hecho sudaderas de visón por 20.000 libras la unidad. Christopher Kane también ha usado visón para forrar sus parkas, mientras la colección de Acne tiene chaquetas «bomber» de pitón y así. Conclusión: para añadir un toque de distinción a sus prendas (fácilmente copiables), las firmas de lujo se ven obligadas a utilizar materiales tan caros que aumentan sus costes de producción y por defecto sus precios finales.
Cada vez que compres unos leggings «low cost» sé consciente de que Kim Kardashian acaba de pagar 1000€ más por los suyos de Roberto Cavalli. Y cuando haces la compra en Mercadona, sé consciente de que una «fashion victim» acaba de gastarse 6000 euros en una cesta de supermercado de Chanel customizada con cuero y cadenas.