Un San Isidro de aliño - Tendido Alto
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Un San Isidro de aliño

San Isidro se ha presentado de nuevo por todo lo alto y de nuevo sin todo lo esperado. Plaza 1, en su segundo año al frente de Las Ventas, ha dado a conocer una feria de aliño sin gestos más allá de algunos nombres puntuales, que no punteros, del escalafón.

Hay que agradecer la actitud de los Ureña, Ángel Sánchez, Román y poco más. Muy poco más. Falta compromiso de figuras y de empresa para levantar una feria cuyo modelo agoniza y sin tapujos, ya casi todos empiezan a cuestionar. 34 días de toros, 34, son demasiados, de eso ya casi nadie tiene duda. Cierto es que no es fácil cambiarlo teniendo en cuenta las competencias de la administración que mantiene la plaza, pero las ferias, San Isidro incluida, más allá de la cantidad, tienen que apostar por la calidad. Y calidad, lo que se dice calidad, el ciclo presentado tiene más bien poca.

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Si preguntamos a la empresa nos dirá que es una feria rematada porque están todas las figuras, cosa que no es cierta y que tampoco es su culpa, de acuerdo. Pero si miramos los carteles las figuras están de aquella manera, en unas combinaciones que bien podrían haberse dado hace varias temporadas.

Una feria como la de San Isidro siempre, sin excepción, ha de tener dos o tres momentos cumbre del abono. Dos o tres tardes en las que no solo se tiene que llenar la plaza, es que tiene que ser misión imposible conseguir una entrada. Tardes en las que los abonados tiren de amigos y familiares porque “esa tarde no te la puedes perder, va a ser un bombazo”. Pues nada de nada. Los carteles resultan ramplones y sin excesivos alicientes. Eso, combinado con un abono a la carta hace que año tras año la escena de varios días con poco más de media entrada en Las Ventas en mayo se repita, algo insólito hace no demasiado.

Simón Casas llegó a Madrid prometiendo la revolución, pero se ha quedado en revuelta estudiantil de medio pelo. Quizás porque no contaba con que Las Ventas es Las Ventas, la catedral del toreo. Donde lo de que “todos quieren estar” es cada vez más mito y menos realidad. Una plaza que hace años no lanza a los toreros al resto de ferias como debería, ni castiga a las figuras que pasan de puntillas por ella. Madrid ha cambiado, por desgracia y gracias al sistema, por lo que San Isidro también debe cambiar, reinventarse y volver a tener el calado que merece la feria más importante del año.

Esa reinvención pasa por el compromiso de todos sin excepción. Comunidad, empresa, figuras, apoderados, ganaderos, afición… todos. ¿Tarea fácil? Ni un poquito. Si lo fuera, todos podríamos ser empresarios de Las Ventas y en realidad, solo unos pocos pueden gestionar como merece la plaza más importante del planeta. Simón tiene crédito, pero se va a acabando, veremos si no termina por agotarse del todo.