En el centro histórico de la ciudad, frente por frente a la Ermita de la Patrona, cuenta con la experiencia empresarial de una estirpe de hosteleros pacenses, los Gutierrez, la dedicación de Mayte Campiñez y el buen hacer de la cocinera Ana María Rebella. Un lugar donde comer a diario o esporádicamente para compartir con familia y amigos.
Con este espíritu, su desayuno no podía ser otro que las modestas (pero impresionantes) migas. Un plato sempiterno, cargado de referencias al acervo cultural extremeño, sustento de pastores, delicia para emperadores. En este caso las migas están hechas con pan de Alburquerque, acompañadas de ajo y pimiento morrón y culminadas por un exquisito huevo frito de gallinas de corral.
Extraña agradablemente que las migas no estén excesivamente grasientas. Ese pan firme y contundente con un exceso de grasa podía ser fatal para el rendimiento laboral de cualquiera de los comensales. En lo del huevo no puedo ser imparcial. Me gustan los huevos. Y en este caso tiene el punto justo de cuajado para disfrutar del plato sin que se convierta en unas gachas amarillas.
La ubicación es única, la compañía inmejorable y un desayuno como este, para empezar el día, cuando todavía hace algo de fresco, es una opción ideal.