Hubo que esperar hasta la década de los 30 del siglo XX para que la familia Hinchado convirtiera el despacho de vinos de la esquina del Campo de San Francisco en cafetería. Animadas tertulias, cafés flamencos y, sobre todo, un excelente servicio han destacado siempre a La Marina.
Después de muchas vicisitudes, Miguel Torres y familia se convierten en los actuales propietarios. De Miguel, Martínez por su madre, de los Martinez que mejor han hecho los calamares (y sus bocadillos al salir de cantar en el López) en Badajoz, en el Kiosko de San Francisco, no puedo hablar objetivamente. Buen amigo, serio, honrado, trabajador… Atlético, para que decir más? El y todo el equipo a su cargo ha conseguido devolver al local el prestigio y la presencia que antaño tenía en el día a día de la ciudad: menús diarios, interminables reuniones, presentaciones, ruedas de prensa, programas de radio… fin de año, carnavales, helados y granizados en verano, cocteles con Osvaldo, el cubano, tapas en otoño… y desayunos.
El que proponen desde La Marina nos lleva al encabezamiento de este artículo: la tostada untada con mantequilla o croissant con fiambre y queso es marca de la capital de Francia y también de La Marina. Pan muy rico, ligero pero firme, bien tostado y con una mantequilla auténtica, salada, sabrosa pero no demasiado grasienta. El fiambre es jamón cocido de primera calidad y el queso una mezcla de leche extremeña que, aportando un delicioso sabor, no embriaga el conjunto. El café es excelente, servido con maestría… y con un toque extra de cazoleta si se pide con hielo y el zumo de naranja, fresco, recién exprimido.
Un bocado accesible para todos y equilibrado. Se da la posibilidad de cambiar la mantequilla por tomate y aceite, aunque para mí, eso en este tipo de tostada, me parece incomprensible.