Como Clodomiro, Clodomiro uno tiene que concentrarse para no dejar escapar de los recuerdos lo que uno iba a comprar. Misión harto complicada cuando uno se deja llevar por los olores que llegan desde la cafetería La Pausa del Café. Es pequeña, no más que dos mesas y una de banquetas. La barra, en color corporativo, no coge más de tres metros de largo. Eso si, hay salida directa a un espacio exterior que sirve para desayunar tomando el aire. Aunque cuando nosotros llegamos solo había sitio al sol. Sol de justicia de las 10 de la mañana en Badajoz. Pero el gran secreto se encuentra tras la barra. La pequeña “sala de máquinas” de este coqueto bar de empresa, ya solamente lleno con dependientes y personal auxiliar de la cadena dedicada al bricolaje. Una cocina que funciona a tope para dar desayunos y meriendas a mil por hora… y además hacerlo bien.
Nos presentamos allí un servidor, el compañero de tantos desayunos en estas jornadas estivales Juan y Punto y Maria Eugenia Reja, guía turístico y representante de la concejalía de Turismo en la organización de este concurso.
La tostada que nos proponen (acompañada de café y zumo) podía llamarse “Gallega”: una combinación que incluye una capa de tomate triturado, un excelente lacón, un prescindible (a mi opinión) queso y el sabor y la extremeñeidad que proporciona el pimentón de la Vera. ¿Por qué digo lo del queso? La verdad es que está rico, un queso mezcla que corona el lacón, pero me parece que hace la tostada innecesariamente más pesada, cuando el sabor que predomina sobre todos es el del pimentón. Aún así es un bocado exquisito… ¿qué venía yo a comprar aquí? Ahhhh… una libra de clavos y un formón.