Si durante estas últimas semanas hemos visto jugadores que no han pasado a la Historia de Primera División en España, este caso es diferente. Jon Andoni Goikoetxea, es un clásico de nuestro fútbol, uno de los mejores jugadores que han pasado por nuestra Liga y por la Selección Española. Y quizá no sea lo suficientemente bien recordado.
Su carrera es la de ese jugador que rompe en un club modesto -Osasuna, en este caso- y va creciendo de manera sostenible hasta llegar a su mejor momento en una etapa histórica, la del Barcelona del ‘Dream Team’. Goiko debutó con 19 años en un Osasuna que, por entonces, disputaba la Copa de la UEFA. En El Sadar sorprendió este extremo derecho no muy alto (1,75 metros) por su velocidad y, sobre todo, su disparo. En tres temporadas en el conjunto navarro jugó 86 partidos y marcó 19 goles, un buen hacer que le valió para que Johann Cruyff se fijara en él.
Ya sabemos el gusto del entrenador holandés por el fútbol de bandas y preciosista, y Goikoetxea encajaba en ese perfil. Aún así, el Barça lo cedió dos años a la Real Sociedad para que se siguiera fogueando en Primera, en una operación por la que Bakero, Txiki Begiristain y López Rekarte acabaron en el Camp Nou. El extremo diestro fue un fijo en aquel equipo, dirigido el primer año por John Benjamin Toshack, y por Marco Antonio Boronat después: 74 partidos y 10 goles.
Fue en la temporada 90-91 cuando Goikoetxea llega a Can Barça, y donde se consolida como el gran jugador que recordamos. Así recordaba él mismo en ‘Fiebre Maldini’ cómo Cruyff llamó a casa de su abuela en Tolosa para decirle que, por fin, vestiría de azulgrana:
El año de Goiko en el Barça fue tan bueno (en números: 37 partidos y 3 goles) que Don Balón le dio el premio al Mejor Jugador Español de 1991. Era solo el comienzo de una época dorada para el equipo catalán, la primera realmente buena: 8 títulos, entre ellos la primera Copa de Europa, en un equipo de leyenda en el que él fue realmente protagonista. Goiko no solo era técnicamente bueno, no solo tenía llegada al área ni buen chut a portería. Tampoco era únicamente un buen centrador. Goiko, además, era un comodín. Como algún que otro futbolista para Cruyff, al irundarra lo puso en varias posiciones distintas: de extremo, de lateral derecho e izquierdo… En total, jugó 126 partidos en los que metió 6 goles.
En aquellos años no solo despuntó en el Barcelona. ¿Quién no recuerda su gol a Alemania en el Mundial de Estados Unidos de 1994?
Con la Roja, Goiko jugó 36 veces y anotó 3 goles. Fue un fijo, y de nuevo un comodín, para Javier Clemente. Después de ese Mundial, el del 94, el extremo recalaría en el Athletic, equipo del que formó parte. Disputó 92 partidos, aunque solo anotó 1 gol. El futbolista terminaría su carrera en Osasuna, en Segunda División, previo paso por el Yokohama Marinos japonés, donde probó fortuna en la 99-00 con su compañero Julio Salinas.