Carta dominical
El obispado de Tortosa se adentra en la celebración de la Semana Santa
José Luis Arín apela al memorial de actualización en su carta dominical.
Madrid - Publicado el
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La carta dominical completa de José Luis Arín, administrador diocesano del obispado de Tortosa, es la siguiente:
SEMANA SANTA, MEMORIAL DE ACTUALIZACIÓN 02-04-2023
De una forma más intensa que nunca, en Semana Santa somos llamados no solo a recordar lo que Jesús vivió en la ciudad de Jerusalén hace ya muchos años sino a revivirlo haciendo memorial de actualización a nuestro tiempo y circunstancias.
El gesto didáctico de Jesús entrando en Jerusalén, humilde, montado en una borrica es la puesta en escena de la profecía de Zacarías (9,9): ¡Salta de gozo, Sión; alégrate Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna.
Presentar la escena como entrada triunfal es desafortunado porque no refleja la realidad del acontecimiento. Jesús, el Mesías, sí es amo y señor, pero ejerce el señorío procurándose no un caballo (animal de poderosos y para la guerra) sino un pollino (animal de los sencillos y para el trabajo).
Aclarado el carácter humilde del Mesías Jesús, la gente puede alfombrar el camino con sus mantos en señal de homenaje y aclamar su realeza: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Aclamación que choca con el hecho de que también en Jerusalén, refiriéndose al mismo Jesús, pocos días después el pueblo gritará: ¡Sea crucificado! Todo un aviso para los que hoy aclamamos gozosos: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!: ¡No reneguemos, hermanos, de la aclamación de hoy!
En Semana Santa proclamamos y meditamos dos visiones de la Pasión: El Domingo de Ramos, con el evangelista Mateo, meditamos la Pasión de Jesús vista más bien como la obra del Pecado en la que Jesús es la víctima.
Es la víctima de las insidias del Maligno y paradójicamente es el protagonista del Plan Redentor de Dios porque, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz (Fl 2,6s).
El Jueves Santo celebramos la Pascua cristiana en clave de agradecimiento en su triple regalo testamentario: la Institución de la Eucaristía, Memorial del amor del Señor; la Institución del Sacerdocio Ministerial al servicio de un Pueblo de hermanos; el Mandamiento del Amor como propuesta suprema para todo el mundo que quiera seguir las huellas del Maestro Jesús.
¡No perdamos la memoria agradecida del amor de Dios! Porque de la memoria viene el agradecimiento y de éste la obediencia fiel; pero del olvido viene el desagradecimiento y de éste, la desobediencia infiel.
El año 55 (fecha de redacción de 1Co), en el testimonio más antiguo que tenemos de la Santa Cena, san Pablo recuerda a los hermanos de Corinto que les ha transmitido una tradición que procede del Señor y que la Comunidad celebra cada domingo (1Co 16,2). La tradición del Memorial eucarístico, arraigada en el mismo Jesús, es fermento de vitalidad eclesial desde el principio.
El Viernes Santo, con el evangelista Juan, meditamos la Pasión desde la óptica del Plan de Dios. La visión teológica de Juan sobre la Pasión de Jesús destaca tres grandes verdades: a) la muerte de Jesús es la prueba suprema de su amor hasta el extremo porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos (15,13); b) la Pasión es la culminación de todo un estilo de vida de quien, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (13,1); c) la Pasión y Muerte es la opción libremente asumida por Jesús que puede decir: Nadie me la quita (la vida), sino que yo la entrego libremente (10,18).
Por eso en la Celebración de la Muerte de Jesús del Viernes Santo es cuando adoramos a la Cruz como el lugar y momento en el que el amor del Señor llegó a la cumbre: Besar la Cruz de Cristo es amar agradecidos el amor que Dios nos demostró en ella.
Vivamos santamente el memorial de actualización que sobre todo la Liturgia nos ofrece estos días santos rogando esperanzadamente a la espera de cantar el Aleluya de la Resurrección.
José-Luis Arín Roig
Administrador Diocesà