Estas son las críticas cinematográficas de Eduardo Casanova de los últimos estrenos:

HIT MAN. ASESINO POR CASUALIDAD

El director Richard Linklater (Antes de amanecer, Boyhood), coautor de esta historia, apuesta ahora por la comedia negra y acredita igualmente su contrastado oficio. Reformula con humor lugares comunes del thriller y sale bien parado de una trama que equilibra distintas vertientes. Desde el principio consigue la sonrisa del espectador, evitando caer en detalles escatológicos o demasiado gamberros, e incluso proporciona muchos momentos tronchantes con un presupuesto argumental original, propicio para los enredos. Conforme la intriga va embrollándose, los imprevistos se multiplican. El guion acierta a sortear con ingenio las trampas y aprietos que se pone en el camino.

BAD BOYS: RIDE OR DIE

A estas alturas, difícilmente iba a sorprender una nueva película de la saga Dos policías rebeldes que comenzó en 1995. La cuarta entrega sigue la estela del filme anterior, Bad Boys for Life (2020); no en vano, cuenta con los mismos directores: Adil El Arbi y Bilall Fallah, dignos sucesores de Michael Bay. En general, cumple con las expectativas y eso es también lo peor que se puede decir, apenas innova la fórmula. Adapta el guion a la edad que tienen los protagonistas y alterna la acción con el humor, en ocasiones de manera brusca. Va de menos a más y remata con el agitado clímax final, carente de giros imprevisibles.

LA ÚLTIMA SESIÓN DE FREUD

La enorme talla de las figuras históricas que lleva a la pantalla el director Matt Brown (El hombre que conocía el infinito) merecía, todavía, un mejor guion. Esa consideración resulta más evidente si atendemos al oficio de los actores que protagonizan el filme. Contiene reflexiones interesantes, aun cuando el encuentro que centra el relato nunca fue documentado. A lo largo del metraje surgen razonamientos inteligentesen direcciones opuestas, sin que nadie posea el patrimonio de la verdad absoluta. Por el contrario, otras resultan triviales e intrascendentes. Los distintos flashbacks, no siempre acertados, rompen la estructura teatral que prima la puesta en escena.