Hay días que son para siempre. Que quedan grabados en la memoria, almacenados en un lugar preferencial, ahí donde se acumulan nuestros pensamientos alegres para toda la eternidad. Ese recurso que nos ofrece la mente para recordar y sonreír. Objetivos marcados a fuego que indican un destino, no necesariamente el final. Para los elegidos, un nuevo punto de partida. Llegar para no detenerse. Arrancar la hoja del calendario y empezar uno nuevo. En el caso de nuestro protagonista, sucedió un 20 de diciembre de 2021. Directo a la lista de fechas que no se olvida. Fue un lunes por la noche de invierno. Normal y corriente para muchos; no tanto para la familia Iranzo. Corría el minuto 72 de partido cuando, en el barrio de Orriols, José Bordalás decidió que había llegado el momento.

Atrás quedaron 11 años de sueños cargados de esfuerzo, sacrificio y devoción por unos colores que marcaron su desarrollo, no solo como futbolista sino también como persona. Al niño de tez morena y conducción erguida le había llegado su hora. Dos estaciones más tarde a su estreno, en aquel amistoso en Paterna frente al Atromitos, el entrenador del primer equipo le hacía llamar para debutar a lo grande. Lo había rozado antes, convocado en LaLiga en Vigo y para la Copadel Rey en Utrillas y Arenteiro. Y, por fin, llegó su momento. El cuarto colegiado alzó el cartelón. En verde y apuntando al cielo, deslumbró el número de su dorsal: el 39 dentro. Ya era oficial: Rubén Iranzo, el chico que había quemado todas las etapas en blanco y negro, debutaba a sus 18 años de edad con el primer equipo. Como la vida es un reto constante, a Rubén Iranzo le tocó estrenarse en un derbi, con empate a dos en el marcador y de lateral, una demarcación inédita para él. Resiliencia por bandera.

El hijo de José y Sonia. El hermano mayor de Hugo. Esa familia de Picanya que lo había acompañado por todos y cada uno de los campos en los que había jugado, dentro y fuera de nuestras fronteras, veía con los ojos vidriosos desde la grada del Ciutat, el debut de ‘Rubo’ con el primer equipo del Valencia CF. Imposible concentrar tanta felicidad en un solo momento. “Quiero darle las gracias, sobre todo a mi familia. Ha estado apoyándome desde pequeño y al final hemos conseguido este sueño. Debutar con el club de mi vida es lo máximo”. Su familia, su equipo.

Rubén Iranzo Lendinez (València, 14 de marzo de 2003) es el último de los talentos futbolísticos en llegar al primer equipo, tan bien cincelados durante años en la Ciudad Deportiva de Paterna. ‘Rubo’, como le conocen los suyos, llegó al club con apenas siete años. Desde benjamines hasta Primera División. Quemando etapas, desarrollándose constantemente tanto a nivel futbolístico como en lo personal. 11 temporadas de blanquinegro, liderando dentro (brazalete en el brazo izquierdo) y fuera del campo. No hay compañero, entrenador ni nadie del entorno de la Academia que diga una mala palabra del chico. Internacional en todas las categorías inferiores de la selección española, en octubre fue llamado por Santi Denia para estrenarse en la sub-19. Pasos de gigante. Exigente como pocos, autocrítico y ambicioso. Valencianista de cuna, no quiso atender, entre otras muchas, a las insistentes llamadas del Real Madrid. El verano pasado, tampoco dudó: renovado hasta junio de 2025. Cosa de murciélagos.

En el césped: central rápido y expeditivo. Con ese andar tan característico de los centrales jerárquicos: cabeza levantada, mirada al frente y el pecho fuera. Lejos de los focos, un tipo normal, de esos que escasean. Estudiante aplicado, terminó el bachiller con sobresaliente, demostrando que se puede domar el balón y los libros sin látigo. Ya es universitario: estudia Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Católica, esa que le permite entrenar por la mañana y acudir a clase por la tarde. Algo que, por ejemplo, hizo el día siguiente a su debut.

El chico de Picanya ya forma parte de la historia del Valencia CF. Uno de los más de 100 jugadores formados en la Factoría Paterna que debuta con el primer equipo en los últimos 30 años. El 20 de diciembre de 2021 no lo olvidará nunca. El último murciélago ya está buscando su próximo reto. Rubén Iranzo. Recuerden su nombre.

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