Schlichting sobre Tomás Gimeno: "Pensó, ¿cuál es, en mi mano, el acto que pueda destruirla al máximo?"
La directora de 'Fin de Semana' reflexiona sobre el lado más malvado del ser humano y como este puede verse reflejado en el caso de las niñas Canarias secuestradas por su padre
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Ojalá pudiéramos despachar la idea de un padre que mata a sus dos hijitas con el consuelo de su locura. En realidad es una forma de explicarnos la realidad que nos permite acercanos a nosotros mismos con piedad. Consolarnos pensando que los seres humanos, cuando cometemos un mal tan grande, lo hacemos porque perdemos la cabeza.
Sin embargo, no es la primera vez que esto ocurre, ni la primera vez que se mata a seis millones de seres humanos o que se persiguen millones hasta la muerte y se hacen paredes con ellos, como en Camboya.
La historia es bien diferente. ¿Cuál es el mayor daño que puede recibir una madre? La destrucción de sus hijos de forma totalmente caprichosa.
Tomás Gimeno lo pensó. Pensó: '¿Qué daño puedo infringir a mi ex esposa que la hunda para siempre? ¿Cuál es, en mi mano, el acto que pueda destruirla al máximo?' Y no reflexionó más. O sí, porque realmente lo hizo de una forma premeditada.
Cogió a sus dos hijas, a las que sin duda ha amado y las sacrificó a su egoísmo y a su maldad. Y esta es la historia del mal. El mal nos ofrece un consuelo, nos ofrece una 'alegría', la de la venganza, y después escribe las páginas más siniestras de la historia de todos y de nuestra historia personal.
Y eso es lo que ha hecho Tomás Gimeno. Hacer el mundo peor, destruir su existencia y destruir cuanto amaba.