"Ignoro si su respetable madre vive o no, y si vive, si le agradan las creaciones artísticas de su hijo"

Luis del Val analiza la polémica desatada en Valencia después de que una discoteca publicara un cartel de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad, en versión drag

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hoy es viernes, noche de discotecas, y voy a hablar de una discoteca de Valencia, Piccadilly’s, a la que ha abierto diligencias el juzgado por un cartel de fallas en el que muestra a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, representada por una drag queen, semidesnuda, y en lugar de llevar en brazos al niño Jesús, lleva al autor del cartel, mayor y con el pecho peluco, en calzoncillos.

El autor dice que ha confeccionado el cartel como "Una ofrenda a la diversidad y la inclusión, a la par que un tributo a todos los componentes del colectivo LGBTIQ+ que viven las Fallas con ilusión, fuera de tapujos y miedos". En fin, espero que los gays, lesbianas, etcétera, hayan pasado las fallas sin miedos y sin tapujos, después de representar a la Virgen de los Desamparados como la pupila de un burdel.

El autor declara en una entrevista que, de niño, se vestía con las ropas de su madre, hasta que descubrió, gozosamente, que era gay. Ignoro si su respetable madre vive o no, y si vive, si le agradan las creaciones artísticas de su hijo con la Mare de Deu. O qué pensaría su familia, si otro artista, para librarse de otros tapujos y miedos, confeccionara un cartel en el que apareciera la madre del cartelista, sosteniendo a su hijo gay en calzoncillos, emergiendo de la taza de un retrete, no por la intención de mandar al artista y a su madre a la mierda, no, sino por recordar la alegoría de lo que han sufrido las madres con las caquitas de sus hijos. Y que ese cartel de su madre estuviera colgado en discotecas, bares de copas, billares y otros establecimientos públicos.

Naturalmente, a este artista, amante de la libertad, le parecería bien, pero es posible que algún familiar, menos liberal y, quién sabe si desgraciadamente heterosexual, igual le parecía insultante y vejatorio, y lo ponía en manos del juzgado. Me imagino que ocurriera algo parecido en Sevilla con la Macarena, o en mi tierra con la Virgen del Pilar, y sospecho que sevillanos y andaluces puede que fuéramos menos tolerantes con la libertad artística basada en la denigración de símbolos religiosos. A lo mejor es que el porcentaje de gays en Valencia es más alto, o que los heterosexuales allí son más tolerantes, o que sevillanos y zaragozanos no tenemos paciencia. Veremos cuál es la tolerancia del juzgado y de la fiscalía ante este caso sobre la Geperudeta.