José Luis Restán

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Rachel Goldberg es la madre de uno de los rehenes israelíes que Hamás se llevó en aquel fatídico 7 de octubre. En un artículo publicado en L’Osservatore Romano, Raquel dice que no hay palabras que puedan describir adecuadamente lo que han sido los últimos cien días para ella y su familia. Sin embargo, durante este tiempo oscuro ella se ha sentido inundada de compasión y apoyo, especialmente por parte de comunidades cristianas de todo el mundo, algo que la ha conmovido en lo más profundo. Rachel pudo encontrarse con el Papa Francisco como parte de un pequeño grupo de familias de rehenes, y el Papa les dijo algo que le cambió: que el terror es, sencillamente, "la ausencia de humanidad".

Desde que secuestraron a su hijo Hersh, lleva un trozo de cinta adhesiva sobre el corazón con el número de días que han pasado desde su desaparición. Raquel pide a la gente que se una a ella poniéndose una cinta como esa como símbolo de solidaridad en nuestro mundo fracturado. Es una forma sencilla de unirnos y decir basta: “basta de sufrimiento para las personas de ambos lados del conflicto; basta de lágrimas; no más derramamiento de sangre; no más dolor; basta ya”. Esa cinta es el símbolo de una madre que sufre y que sabe ver también el sufrimiento de los que están al otro lado. Por eso dice: “rezo y creo que pronto llegará la salvación para Hersh y los otros rehenes amados; y para todos los miles de inocentes que sufren en Gaza”.

La voz valiente y libre de esta madre israelí, en un contexto donde prevalecen la ira y la venganza, tiene un inmenso valor, porque sólo reconociendo el dolor de los demás como propio pueden crecer la reconciliación y el perdón. Antes de Navidad el Patriarca de Jerusalén destacó en COPE la necesidad de un liderazgo nuevo en el campo político y en el religioso. Es verdad, pero también en el campo social, líderes que ayuden a los dos pueblos a no estancarse en el dolor, a atravesarlo con una perspectiva generosa, como ha hecho Rachel Goldberg. Y es hermoso y significativo saber que esto es fruto, también, de su amistad con muchos cristianos.