Enamorados frente a acostumbrados

Ya puedes leer y escuchar 'La Firma de José Luis Restán' de este 21 de diciembre de 2023

José Luis Restán

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El discurso que dirige a la Curia en Navidad señala el foco sobre el que el Papa quiere poner la mirada en cada momento concreto. Francisco ha dicho hoy a sus colaboradores que sesenta años después del Concilio, seguimos debatiendo sobre la división entre “progresistas” y “conservadores”, mientras que la diferencia central se da entre “enamorados” y “acostumbrados”, esa es la verdadera diferencia. No debemos pasar por alto este juicio del Papa. Porque sólo caminan los que aman, y caminar es una dimensión esencial de ser cristiano. Francisco contempla la imagen de los Magos de Oriente para ilustrar este aspecto: ellos siguieron la Luz de la estrella que los llevó a recorrer senderos inexplorados en los que no controlaban la situación, pero se dejaron llevar por aquella Luz venida de lo alto. Así sucede cuando encontramos a Cristo y lo acogemos de verdad: nos pone en movimiento, nos hace cuestionar viejos esquemas, ilumina los ojos de nuestro corazón para ver mucho más de lo que veíamos antes.

Reconozcamos que la carcoma de la costumbre también acecha a quienes vivimos en la Iglesia, que el asombro y la maravilla pueden reducirse fácilmente a reglas y esquemas, que en vez de caminar con Cristo, con todos los riesgos que conlleva, preferimos a veces establecernos y defendernos. Así ha sido desde la primera generación apostólica. Y, sin embargo, la Iglesia debe interpretar los signos de la historia en cada momento con la luz del Evangelio, para comunicar a todos el amor del Padre. Y eso sólo es posible si se reaviva el amor.

El Papa ha pedido a sus colaboradores más cercanos permanecer siempre en camino, con humildad y admiración, para no caer en la presunción de sentirse satisfechos y para que no se apague en ellos el deseo de Dios. Todos necesitamos esta conversión. Tenemos que suplicarla con humildad, y será más fácil en compañía de tantos testigos que se nos regalan, los que Francisco llama los “santos de la puerta de al lado”. En definitiva, permaneciendo en el hogar de la Iglesia donde ellos nunca dejan de brotar.