Feliz celebración de la inevitable victoria del Bien
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Les debo a mis amigos de la revista La Nuova Europa un bellísimo testimonio del opositor ruso Alexei Navalny en la Pascua de 2014. Navalny, que había sido ateo militante hasta los 25 años, quiso felicitar a todos, "ortodoxos y no ortodoxos, no creyentes y ateos", porque le parecía que la Pascua es la única fiesta que puede reclamar el título de “Fiesta de Todos". En el mismo post publicado aquel año se refería a la Pasión de Cristo diciendo: “¿cuáles son todas nuestras dificultades y nuestros problemas en comparación con lo que Él tuvo que experimentar?, y sin embargo prevalecieron el Bien, la Justicia, la Fe, la Esperanza y la Caridad”, palabras que, a propósito, Navalny quiso escribir con mayúsculas, porque “¿cómo escribirlas de otra manera?” Y, a continuación, insistió en que estos bienes siempre ganarán. Para este hombre crecido lejos de la experiencia cristiana, también eran extrañas las palabras de la Tradición: “Cristo resucitó de entre los muertos, con la muerte pisoteó a la muerte y dio vida a los que estaban en los sepulcros”. Pero, fascinado por su potencia, concluía así su mensaje en las redes: “Feliz Fiesta de la Resurrección a todos vosotros, creyentes y no creyentes, ¡feliz celebración de la inevitable victoria del Bien!”.
Quizás fue esta certeza de la “inevitable victoria del Bien”, que sólo la Resurrección de Cristo puede garantizar, la que condujo a Navalny a aceptar el gran sacrificio de volver a su país y someterse al juicio de un poder tiránico y mentiroso, a aceptar su particular vía crucis que le condujo finalmente a morir lejos de su familia en una prisión más allá del Círculo Polar Ártico. Seguro que fue la certeza de la Resurrección la que le permitió superar el miedo y la soledad, la que le permitió atravesar la aparente victoria del mal y de la mentira, y “dar la vida por algo que vale más que la vida”, como dice la Escritura. Esa es también la potencia histórica de la Resurrección, hasta el final de los tiempos. Feliz fiesta de Todos, pues.