La firma de José Luis Restán: Cumplamos con todo
Los Magos de Oriente debieron sorprenderse al ver que la estrella que habían seguido con ahínco no se detenía sobre alguno de los palacios de Jerusalén
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Este año, a la fiesta de la Epifanía le ha seguido la del Bautismo del Señor en veinticuatro horas. El sábado contemplamos a los Magos postrados ante el Niño en un establo de Belén y el domingo vimos ya al hombre Jesús metido en las aguas del Jordán. Hay un hilo de oro que impresiona: el Hijo de Dios se somete a las circunstancias, acepta la carga y la objeción que suponen y que tantas veces nos resultan insoportables.
Los Magos de Oriente debieron sorprenderse al ver que la estrella que habían seguido con ahínco no se detenía sobre alguno de los palacios de Jerusalén sino sobre aquel establo. O sea, que la gran respuesta a su búsqueda se calentaba con el aliento de una mula y un buey… Eso destroza cualquier previsión científica o filosófica. Sin embargo, ellos aceptaron esta novedad imprevista.
También Juan Bautista se sorprende al descubrir a Jesús en la cola de los pecadores, aguardando su turno para recibir un bautismo de conversión que, evidentemente no necesitaba. “Pero ¿cómo?, eres Tú quien debería bautizarme a mí…” Y Jesús sorprende a su primo, no por última vez: “deja eso ahora, conviene que cumplamos con todo”. Cumplir con todo, entrar en todo, no ahorrarse nada de la condición humana, aceptar los vaivenes de la historia: los decretos del emperador, la crueldad de Herodes, la fatiga del taller de la carpintería durante años, los amaneceres serenos y las noches de tormenta desde la ventana de casa, ser como uno de tantos que venían con su fardo de infelicidad esperando el agua que Juan iba a derramar sobre su cabeza.
Nosotros, al contrario, queremos encontrar a Dios fuera de las circunstancias que nos cuestan y nos oprimen. Sin embargo, es precisamente ahí donde Él quiere encontrarnos para mostrarnos cómo se puede vivir. Hace falta aprender de los Magos y del Bautista a aceptarle en la forma en que Él viene, rompiendo nuestros esquemas. Termina el tiempo de Navidad, sigue la vida: gracias por haber venido, gracias porque, pese a nuestro escepticismo y nuestras rebeldías, sigues viniendo.