Un juicio que nace de la fe

José Luis Restán

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En una entrevista, el obispo de Jarkov, Pavlo Honcharuk, habla de la situación del pueblo ucraniano tras dos años de terrible guerra. Y me sorprende la prioridad que señala: “hay que recuperar la fe, la relación con Cristo, de eso depende cómo mirar y valorar las cosas que pasan en el mundo, también lo que nos está pasando en Ucrania; de eso depende el nombre que ponemos a las cosas que suceden… nuestra manera de contar las cosas influye en nuestra forma de actuar”. Me siento aludido directamente por estas palabras, ¡qué gran verdad!, y no sólo en lo que se refiere a esa guerra injusta y cruel que padecen los ucranianos.

Este joven obispo es el pastor de los fieles de rito latino en Donetsk, Lugansk, Bajmut y Mariúpol, ciudades bajo control ruso. Desde que empezó la invasión nunca ha abandonado su puesto y comparte con sus fieles la vida en una ciudad como Jarkov, desolada, pero que no deja de latir. “Un país es como un cuerpo y sus habitantes son la sangre: estamos asistiendo a una hemorragia”, responde cuando le preguntan qué está pasando. “Solo en Jarkov han entrado medio millón de personas que lo han perdido todo, el sufrimiento es físico y mental, hay muchos suicidios. Los niños no pueden ir al colegio y se quedan encerrados en búnkeres. La gente pierde la esperanza y empieza a beber para huir de la realidad…”

¿Qué le sostiene en medio de todo esto?: “la conciencia de lo que somos y para qué estamos hechos, lo que me genera por dentro es mi relación con Cristo”. Enumera muchas acciones de ayuda que lidera la Iglesia, pero observa: “la circunstancia que estamos viviendo lleva dentro un grito: «necesitamos a Dios». Por eso, su principal misión consiste en ayudar a los demás a encontrar a Dios, y encontrar en Él la esperanza”. Y vuelvo a las palabras iniciales de este comentario: de la relación con Cristo depende cómo mirar y valorar las cosas que pasan en el mundo… y de ahí nace nuestra forma de actuar… en todo.