Pobres hombres, pero gigantes por la fe

Bangassou es un rincón de África donde Juan José Aguirre, el bravo obispo comboniano nacido en Córdoba que está gastando su vida, literalmente, en servir a aquella diócesis

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Bangassou es un rincón de África del que seguramente no habría oído hablar si no hubiese conocido a Juan José Aguirre, el bravo obispo comboniano nacido en Córdoba que está gastando su vida, literalmente, en servir a aquella diócesis de la República Centroafricana. Hace unos días se anunció que el Papa había nombrado un obispo coadjutor para Bangassou, el carmelita italiano Aurelio Gazzera, que lleva 33 años en ese país. Eso significa que trabajará codo a codo con monseñor Aguirre mientras siga en activo (no olvidemos que su salud es frágil y ha sufrido ya varios infartos) y le sucederá cuando el Papa lo decida.

Si contemplamos las biografías de Aguirre y Gazzera surge inmediatamente la pregunta sobre la pasión que guía sus vidas: pasión por Cristo, que les ha llevado a dejar sus respectivas tierras de origen para anunciarlo en un contexto lleno de peligros; pasión por la Iglesia, que contribuyen a construir como lugar de luz, de curación y de perdón; y pasión por el pueblo centroafricano, duramente herido por la violencia y la pobreza, pero con unas inagotables ganas de vivir y una apertura transparente al Evangelio.

“Quien me siga tendrá aquí el ciento por uno, con persecuciones, y después la vida eterna”, respondió Jesús a los suyos que le preguntaban inquietos por la suerte que les esperaba. Juan José Aguirre y su próximo coadjutor, Aurelio Gazzera, pueden dar fe de que estas palabras del Señor se cumplen ya en sus vidas. Han dado mucho, desde luego, pero han recibido esa “gracia que vale más que la vida”, de la que habla la Escritura, que hace que su humanidad resplandezca ante el mundo.

En un modesto blog sobre su misión el P. Gazzera cuenta sencillamente todo lo que se agolpa en su cabeza ante la nueva tarea y confiesa que pasa las noches pensando y temblando porque sabe que no está a la altura. Pero sabe también que Dios le dará la gracia y la fuerza para trabajar en su viñedo de Bangassou. ¡Vaya si lo hará!