Cuando la fe es vida
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Ahora que se acerca el Día del Seminario veo que, en Hanoi, la capital de Vietnam, se acaba de inaugurar un nuevo seminario al servicio de las diócesis del norte, donde las vocaciones sacerdotales son más numerosas. Es un signo más de la extraordinaria vitalidad de la Iglesia en ese país de Extremo Oriente. Es sorprendente que, tras crueles persecuciones en el siglo XVII, después de ser identificados con el poder colonial francés y con los Estados Unidos, descabezada su jerarquía por los comunistas en los años 70 del pasado siglo, y enviados a campos de internamiento muchos sacerdotes, los católicos constituyan hoy una comunidad pujante en Vietnam. Son aproximadamente ocho millones, el 9% de la población, con una gran riqueza de iniciativas en un contexto nada fácil, a pesar de la mejoría evidente de la situación de la Iglesia, rubricada por los recientes acuerdos con el Estado.
Un obispo resume la situación diciendo que “los católicos son aceptados por el régimen, al menos en apariencia; su vínculo con Roma ya no se ve como una traición, la Iglesia se centra en testimoniar la fe en Jesucristo, fuente de alegría y reconciliación, y eso lo percibe el conjunto de la sociedad y también las autoridades, sobre todo por su presencia entre los más débiles”. No faltan desafíos. La religiosidad popular es muy fuerte, pero hace falta también forjar una cultura que nazca de la fe. Se está produciendo el cambio de una sociedad rural a otra mucho más urbana, y eso requiere cambios en la pastoral. Este mismo obispo observa que, en Europa, la fe se ha reducido a veces a las ideas (y a las discusiones estériles), mientras que en su país “la Iglesia es como una familia de Dios y eso determina las relaciones entre las personas para toda la vida”.
Parece sencillo y, en el fondo lo es. Tienen viva la memoria de su historia, custodian el vínculo con el Papa como algo precioso, en las familias se transmite la fe, y los sacerdotes trabajan a pie de calle. No tienen nostalgias ni les asusta un contexto político adverso. La fe es su tesoro más preciado. No es extraño que surjan todo tipo de vocaciones.