Diálogo sobre los seminarios
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Inusitada expectación ayer ante la reunión de los obispos españoles con el Papa en el Vaticano para examinar la situación y el futuro de los seminarios en nuestro país. A la mayoría de los expectantes les interesaba poco ese tema, lo que ocurre es que habían construido la ficción de que Francisco había convocado a nuestros obispos para aplicarles un rapapolvo a cuenta de su gestión de los casos de abuso sexual. Se llegó a decir que llegaban a Roma “acorralados” y que se esperaban severas medidas, entre las cuales la destitución de varios obispos. Construir una realidad paralela, en vez de reflejar la que existe, ha sido siempre una tentación del periodismo.
Al final no hubo nada de eso. El Papa mantuvo una larga, intensa y franca conversación con los obispos españoles sobre los seminarios, un asunto del que depende, al menos en una parte, el futuro de la Iglesia en España. No es poca cosa, pero es esa cosa y no otras. Algunos no podían disimular su frustración y su enfado… supongo que, porque el Papa no había seguido sus indicaciones. Entiéndaseme la ironía.
Que hay un problema de escasez de vocaciones sacerdotales es cierto, también de vocaciones al matrimonio, a la misión, a la vida pública… Que en un cambio de época la Iglesia revise la formación de los sacerdotes es necesario, como otras veces en la historia. Que hay seminarios que difícilmente son viables con el número de seminaristas que tienen es un hecho. Pero nada de esto se va a resolver con esquematismos ni de la noche a la mañana. La Iglesia no es una multinacional que agrupa sus centros de trabajo, y los seminaristas tendrán siempre un vínculo vital con el obispo que les va a ordenar. Todo esto requiere tiempo, discernimiento y pasión apostólica. Y está muy bien que nuestros obispos hablen de ello con el Papa como hermanos, con libertad y franqueza.
Entiendo que para algunos esta película es menos emocionante que la que habían programado, pero es más trascendental y verdadera.