Menos mal que él lo dice
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Ayer, antes de la audiencia general de los miércoles, el Papa quiso recibir a un grupo de familiares de los rehenes israelíes secuestrados por Hamás y, en un segundo momento, a un grupo de familiares de presos palestinos en Israel. No conocemos las palabras que Francisco ha dirigido a cada uno de ellos, sólo las que pronunció al término de la Audiencia que ahora reproduzco: “es duro lo que pasa en Tierra Santa, es muy duro; el pueblo Palestino, el pueblo de Israel, tienen derecho a la paz, tienen derecho a vivir en paz dos pueblos hermanos…. Recemos por la paz en Tierra Santa. Recemos para que las diferencias se resuelvan en el diálogo y la negociación y no con una montaña de muertos de cada lado”. No son las palabras de un análisis geopolítico, ni contienen propuestas concretas de acuerdo, como el que parece haberse conseguido para liberar a 50 rehenes de Hamás a cambio de muna tregua de cuatro días en Gaza y de la liberación de 150 palestinos detenidos en cárceles israelíes que no están condenados por delitos de sangre.
Las palabras del Papa son sencillas, elementales, tanto que a alguno pueden dejarle frío, y, sin embargo, son las más verdaderas, las más importantes de decir. Menos mal que alguien, uno que no administra los poderes del mundo (buenos o malos), el sucesor del apóstol Pedro, que no tenía ni oro ni plata para socorrer a los necesitados de su tiempo, tiene la libertad y el coraje de decirlas, para que todos, pobres hombres y mujeres de este tiempo lleno de perplejidades, podamos ponernos detrás y repetirlas delante de Jesús crucificado, Dios hecho hombre, que no quiso ahorrarse ni la injusticia ni el horror que hoy sufren israelíes y palestinos en la misma tierra que Él recorrió de arriba abajo.
Como ha dicho el Patriarca de Jerusalén, cardenal Pizzaballa, no podemos vivir este tiempo tan doloroso sin mirar a Cristo, sin recordar es en la cruz donde Él venció, que Él conquistó el mundo amándolo. Claro que esto no llegamos a comprenderlo, pero podemos mirarle, y como nos suplica el Papa, por favor, recemos por Tierra Santa.