Recolectamos un tesoro bajo las bombas

En una entrevista con motivo de cumplirse dos años de la invasión rusa de Ucrania, el arzobispo mayor de la Iglesia Greco-católica, Sviatoslav Sevchuck, habla de su propia experiencia como cristiano y como pastor. Lo primero que reconoce es estar herido, y su pregunta constante frente a lo que sucede es esta: “Señor, ¿dónde estás en estas circunstancias?”. Es una pregunta que surge mientras visita a su gente de manera incansable. En esas visitas ha aprendido cuán importante es la presencia misma de los sacerdotes y de los obispos entre el pueblo que sufre. Él lo llama el sacramento de la presencia: “incluso si no puedes hacer demasiado, si no tiene una explicación, si tienes las manos vacías, es importante estar presente”.

También dice haber experimentado el poder de la Palabra. La Sagrada Escritura muestra que la Palabra es el poder creativo de Dios, pero es también algo que nos hace semejantes a Dios Creador. Por eso tenemos que responder de cada palabra que sale de nuestra boca. En medio de la guerra, ¿qué significa ser obispo?: ante todo, “ser portador de la Palabra de Dios”. Y reconoce ser testigo del extraordinario poder de esa Palabra que cura, crea nuevas situaciones, ilumina nuevas perspectivas, ayuda a las personas a aumentar su resistencia y su esperanza. Ser obispo significa también acercar la gracia de Dios al celebrar los sacramentos: “sin los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia no sobreviviríamos”. Afirma que muchas personas que estaban alejadas buscan ahora los sacramentos, también se están produciendo muchos bautismos de personas que nunca fueron a la iglesia.

Esta dura pastoral en medio de la guerra le ha permitido redescubrir que la oración no es un ritual, sino un poder que atraviesa el corazón: si en medio de las bombas, simplemente estás temblando, ese miedo puede destruirte, pero si estás orando podrás transformar tu miedo en una energía especial que te dará la posibilidad de vivir con esperanza. “Ese es el tesoro espiritual que estamos recolectando ahora mismo como pueblo que vive de la fe”, concluye. Y yo me siento agradecido de poder compartir ese tesoro.