Así es mons. José Gómez, el primer presidente de los obispos estadounidenses mejicano
La Conferencia Episcopal de EEUU ha elegido nuevo presidente, el arzobispo de Los Ángeles mons. José Gómez
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José Gómez nació en Monterrey (México). Pertenece a la Prelatura del Opus Dei y fue ordenado sacerdote en el Santuario de Torreciudad. Es Doctor en Teología por la Universidad de Navarra. Desde 1987 ejerce su ministerio en los Estados Unidos, donde ha sido un referente fundamental de la comunidad hispana. Ha sido arzobispo de San Antonio, Texas, y desde 2011 lo es de Los Ángeles.
El pasado martes 12 de noviembre, a sus 67 años, fue elegido en primera votación y por amplia mayoría como Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos. En sus primeras palabras Mons. Gómez reconoció que para él se trata de un momento de gracia: asume este encargo en un momento de renovación y reforma para la Iglesia en los Estados Unidos, un momento, dijo, que debe estar marcado por la comunión profunda con el Papa Francisco. Su nueva misión le obligará a repartir su tiempo entre Los Ángeles y Washington, y a coordinar diversas comisiones, pero es muy consciente de que no se le llama a ser un administrador, sino sobre todo un pastor que lleve la presencia de Cristo a la gente.
El magisterio de José Gómez durante estos años se ha caracterizado por la claridad doctrinal, la cercanía pastoral y el compromiso con los más vulnerables, especialmente los inmigrantes. De hecho ha protagonizado diversos pronunciamientos contra la política migratoria de la actual administración, sosteniendo que “hombres y mujeres no son menos humanos ni menos hijos de Dios por el hecho de no disponer de documentos, y sin embargo en nuestro país resulta habitual oír hablar de los inmigrantes y tratarlos como si fuesen seres inferiores”
Mons. Gómez es también un gran defensor de la herencia hispana de los Estados Unidos, ya que a su juicio los misioneros españoles fueron protagonistas de la fundación de este país. No ha dudado en responder a las críticas dirigidas contra San Junípero Sierra, explicando que dedicó su vida a enseñar el Evangelio y se volcó en los nativos americanos aborígenes y en protegerlos de los abusos.