La «rebelión» de la Iglesia ortodoxa ucraniana que depende de Moscú

La Iglesia ortodoxa rusa califica de cismáticos a los obispos que han dejado de invocar al patriarca Kirill en la liturgia

La «rebelión» de la Iglesia ortodoxa ucraniana que depende de Moscú

José Ignacio Rivarés

Publicado el - Actualizado

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El 28 de febrero, el Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú (UOC-MP) dirigió un mensaje al pueblo de Ucrania en el que le instaba a ser valiente y a permanecer unido en «la defensa de nuestra patria». El pronunciamiento en contra de la invasión rusa era claro. «Confirmamos una vez más que la Iglesia Ortodoxa Ucraniana siempre ha apoyado y sigue apoyando la soberanía estatal y la integridad territorial de Ucrania. Compartimos plenamente el dolor y el sufrimiento de nuestro pueblo».

Tan rotundo mensaje no habría sido de extrañar en boca del metropolita Epifanio, de la Iglesia ortodoxa nacional (autocéfala, reconocida por Constantinopla desde 2019), pero procedía del metropolita Onufry, de la Iglesia ortodoxa rusa en el país. Y la Iglesia ortodoxa rusa, con el patriarca Kirill a la cabeza, no ha condenado hasta ahora la agresión, evitando hablar incluso de «invasión» y hasta de «guerra».

El silencio moscovita, lógicamente, ha sentado muy mal en la UOC-MP. De ahí que el mensaje del día 28 rogara expresamente a Kirill que hiciera gestiones ante Putin para que detuviera la ofensiva. «Su Santidad. Le pedimos que intensifique su oración por el sufrido pueblo ucraniano, que pronuncie la palabra de su Primer Jerarca sobre el cese del derramamiento de sangre fratricida en la tierra ucraniana y que exija a los dirigentes de la Federación Rusa el cese inmediato de las hostilidades que ya amenazan con convertirse en una guerra mundial».

El llamamiento ha caído en saco roto. Kirill sigue callado. Y ello está teniendo consecuencias. Algunas diócesis de la UOC-MP —Sumy, Rovnskaya, Mukachevskaya, Zhytomyr y Vladimir-Volynskaya— han pedido ya a sus sacerdotes que dejen de conmemorar al patriarca ruso en la liturgia. Esta última sede, según se ha dicho, ha solicitado incluso su desvinculación del patriarcado de Moscú.

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Moscú: Es «un cisma» del que tendrán que responder

El 1 de marzo el metropolita Evlogy de Sumy y Akhtyrka informó a la Iglesia madre de Moscú de que en adelante sus sacerdotes dejarían de conmemorar al patriarca Kirill en todos los servicios religiosos. Algunos ya no lo hacían, y el resto han dejado de hacerlo tras la invasión rusa y la inacción de su máximo reponsable. La respuesta del patriarcado de Moscú no se ha hecho esperar. Lamenta la decisión, que califica de cismática, y recuerda «el ejemplo» de Grigori Prozorov, quien —señala— no dejó de conmemorar al metropolita Sergio en la única iglesia del patriarcado en Berlín hasta su detención y muerte en 1942.

«El cese de la conmemoración del Primado de la Iglesia, no por errores doctrinales o canónicos, o por delirios, sino por incoherencia con determinadas opiniones y preferencias políticas, es un cisma por el que todos los que lo cometen responderán ante Dios y no solo en el siglo futuro, sino también en el presente», argumenta el obispo Thomas de Odintsovo y Krasnogorsk, secretario del patriarcado de Moscú.

Evlogy de Sumy: «La defensa de la patria es el deber sagrado de todo ciudadano»

Lo cierto es que la comparación no tiene un pase. En la Segunda Guerra Mundial la agresora fue Alemania y la invadida Rusia; ahora, en cambio, la que ha violado el derecho internacional y atacado un país soberano es Rusia. Y los fieles ucranianos bajo jurisdicción eclesial de Moscú no encuentran una palabra de condena por parte del mismo patriarca al que rezan en la liturgia.

El metropolita de Suny también ha evocado la Segunda Guerra Mundial para analizar lo que está ocurriendo estos trágicos días. «En Ucrania, todo el pueblo se ha levantado en defensa del país, es decir, del país, y no personalmente del presidente V. Zelensky o de sus políticas. De hecho, esta es una Guerra Patriótica. Una guerra para defender la Patria. Y la Iglesia también lo ha hecho. Como en 1941. Es una cuestión de principios. Después de todo, hay un hecho de invasión abierta del territorio de un país soberano. La defensa de la patria es el deber sagrado de todo ciudadano. Y nuestra Beatitud lo dijo claramente en su declaración del primer día de la guerra».