El drama de los sacerdotes de Nigeria no cesa: dos muertes más y cuatro secuestros en apenas diez días

El 30 de junio, durante el funeral del Padre Vitus Borogo, más de 700 curas llegados de todo el país exigieron a las autoridades mayor seguridad y justicia

El drama de los sacerdotes de Nigeria no cesa: dos muertes más y cuatro secuestros en apenas diez días

José Ignacio Rivarés

Publicado el - Actualizado

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La Iglesia católica sigue siendo diezmada en Nigeria sin que las autoridades estatales y federales sean capaces de poner freno a la violencia que padecen sus sacerdotes. Solo en los últimos diez días, hasta seis presbíteros han sido víctima de un intento de secuestro en otros tantos hechos delictivos: dos de ellos han perdido la vida en ese momento o poco después, uno ha sido liberado y los tres restantes continúan en poder de sus captores en paradero desconocido.

El 30 de junio, durante el funeral de una de estas víctimas, el P. Vitus Borogo, hasta 700 curas llegados de todas las partes del país se manifestaron en silencio para denunciar la situación y exigir a las autoridades mayor seguridad y justicia para las víctimas. «¡Somos sacerdotes, no terroristas!», «El gobierno debería proteger a los nigerianos», «Se debe hacer justicia» o «¿Todavía tenemos un gobierno?», fueron algunas de las consignas que podían leerse en sus pancartas.

El P. Borogo tenía 50 años y estaba a cargo de la comunidad católica del Politécnico de Kaduna, Estado del noroeste de mayoría musulmana y epicentro de numerosos episodios de violencia anticristiana. El clérigo fue asesinado el 25 de junio durante un asalto a la Prison Farm en la que trabajaba. Un hermano suyo fue apresado en esa incursión.

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Al día siguiente, 26 de junio, se producía el intento de secuestro de otro sacerdote, esta vez en el Estado de Edo, en el sur. La víctima se llamaba Christopher Odia y tenía 41 años. Fue secuestrado a primera hora de la mañana de ese domingo en su casa, cuando se disponía a salir para celebrar misa en la iglesia de Saint Michael, de la que era párroco. La diócesis de Auchi confirmaba su asesinato unas horas después.

Aún no se habían apagado los ecos de esta nueva tragedia, cuando en ese mismo Estado eran raptados otros dos presbíteros: Udo Peter y Philemon Obote. El primero tiene a su cargo la iglesia de Saint Patrick en Uromi, mientras que el segundo trabaja en el centro de retiros Saint Joseph de Ugboha. Ambos fueron asaltados por hombres armados en la autopista que comunica Benin y Auchi, según ha confirmado la policía estatal. Su captura se produjo en la noche del 30 de junio.

El misionero italiano Luigi Brena, liberado

La penúltima víctima, a la hora de elaborar esta información, es un misionero. Se trata del italiano Luigi Brena, de la Orden de los Padres Somascos. El Padre Brena, de 64 años, fue interceptado también de noche y en ese mismo Estado de Edo, en la carretera Ogunwenyi-Usen. El secuestro se produjo en la noche del domingo 3 de julio. Al día siguiente la policía informó de que había sido liberado y que tres de sus captores habían resultado muertos en la operación de rescate.

El secuestro de otro sacerdote, el Padre Christopher Itopa Onotu, de la diócesis de Lokoja, que había sido apresado el pasado 4 de junio, también ha tenido recientemente final feliz, pues recuperó la libertad el día 30.

El último presbítero en caer en poder de los «bandidos» es Emmanuel Silas, cura de la diócesis de Kafanchan, en el Estado de Kaduna. El P. Silas fue capturado en la madrugada de este mismo lunes en la rectoría de la iglesia de Saint Charles en Zambina. La diócesis ha confirmado su apresamiento.

Arzobispo Man´Oso: «Nunca estuvimos tan mal como ahora»

El día 30, en el multitudinario y reivindicativo funeral del P. Borogo, el arzobispo de Kaduna, uno de los Estados más afectados por la violencia, expresó su consternación por la situación de violencia que azota al país. «En mis 60 años [nunca] estuvimos tan mal como ahora, ni siquiera durante la guerra civil. Algo está mal con el liderazgo de este país», dijo Matthew Man´Oso Ndagoso, que en apenas un año ha celebrado ya el funeral de tres de sus presbíteros, uno de ellos, el del P. Joseph Aketeh Bako, sin haber podido siquiera recuperar su cadáver.

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«Ya no tenemos lágrimas en los ojos, porque se nos han secado debido al llanto constante. También hemos perdido la voz. Porque cuando hablamos nadie escucha. ¡Lloramos, nadie escucha nuestro llanto, pero no perdemos la esperanza! Un día, Dios secará nuestras lágrimas», afirma.

Nigeria lleva tiempo acaparando la atención internacional debido a toda esta violencia. En mayo, por ejemplo, una marcha de radicales islámicos asaltó la catedral de Sokoto (Kaduna) en protesta por la detención de dos personas que habían participado unos días antes en el linchamiento de una joven estudiante cristiana a la que acusaron de blasfemia.

El 5 de junio, festividad de Pentecostés, tuvo lugar también un atentado terrorista contra los fieles que asistían a misa en una iglesia de la ciudad de Owo (Estado de Ondo). Fueron asesinadas 40 personas y otras 60 resultaron heridas. Las incursiones a las iglesias en las zonas rurales son tan comunes en determinadas zonas que de algunas de ellas ya ni se informa.

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