La Orden de Malta, tras la reforma de Francisco: «El Papa ha marcado un rumbo que promete asegurar el futuro»
Una docena de Asociaciones Nacionales pidieron en agosto al Pontífice que reconsiderada el proyecto diseñado por su delegado especial, el cardenal Tomasi
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«La Orden de Malta acoge con satisfacción las acciones paternales de Su Santidad, que demuestran el gran amor que el Pontífice siente por nuestra Orden. En su cuidadoso examen de las diversas propuestas presentadas en los últimos meses, el Papa ha marcado un rumbo que promete asegurar el futuro de la Orden tanto como Instituto Religioso como Entidad Soberana». Así comienza la declaración de Frey John Dunlap, Lugarteniente del Gran Maestre y Jefe del Gobierno Provisional de la Orden Militar Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, tras el decreto publicado el 3 de septiembre, que promulga una nueva Carta Constitucional, la disolución del actual Consejo y la convocatoria de un Capítulo General Extraordinario para el 25 de enero de 2023, fiesta de la Conversión de San Pablo.
«La decisión del Papa de facultar a un Gobierno Provisional es el primer paso de un plan claro para un gobierno más eficiente y racionalizado de la Orden», dice Dunlap. «La participación de varios Caballeros experimentados y con talento en el Gobierno de la Orden ha abierto la puerta a la sangre nueva y a las nuevas ideas para hacer frente a los obstáculos y desafíos actuales. La nueva Constitución es un documento cuidadosamente elaborado que habla de la complejidad y la naturaleza de una Orden religiosa milenaria».
Proceso turbulento
El pronunciamiento del jefe del Gobierno Provisional se produjo el mismo sábado día 3, nada más hacerse público el decreto papal. El proceso reformador, en cualquier caso, no ha sido nada fácil. De hecho, en agosto, trece presidentes de Asociaciones Nacionales de la Orden —entre ellos el de España— dirigieron una carta al Santo Padre, difundida por el vaticanista Sandro Magister, en la que le pedían que reconsiderada el proyecto de Constitución diseñado por el cardenal Silvano María Tomasi, su delegado especial desde 2017.
«(…) Si la Orden de Malta es reformada de la manera propuesta —manifestaban todos ellos «con el corazón apesadumbrado» y «profundamente preocupados por el futuro»— sufrirá graves daños y la labor de la Orden correrá el riesgo de verse comprometida». «Nos referimos —añadían— a la labor de unos 80.000 voluntarios y 42.000 empleados fijos que sirven a los pobres y los enfermos, los ancianos y los desfavorecidos, los marginados y los refugiados».
Los descontentos consideran que el trabajo que hasta ahora organizan 13.400 miembros civiles no puede ser llevado a cabo de menara eficaz por solo 36 Caballeros de Justicia (hombres que han hecho votos simples de castidad, pobreza y obediencia al Gran Maestro), «personas —indican— que no tienen ni la experiencia ni la cualificación para gestionar responsablemente una organización de esta magnitud».
Casi mil años de historia
La Orden de Malta tiene una historia cuasi milenaria. La comunidad religiosa de los Hospitalarios de San Juan se remonta al año 1048 y vio la luz para asistir a los peregrinos que acudían a Tierra Santa. Transformada en una orden religiosa laica, el Papa Pascual II la puso bajo la protección de la Santa Sede, «concediéndole el derecho de elegir libremente a sus superiores, sin interferencia de otras autoridades laicas o religiosas», explica su página web.
La primera Regla, redactada entre 1145 y 1153, estableció que todos los hermanos debían «ser religiosos, ligados por los tres votos monásticos de pobreza, castidad y obediencia, y dedicarse a la asistencia a los pobres y los enfermos».
La institución tiene un estatus único en el derecho internacional. Como si de un Estado se tratase, mantiene relaciones diplomáticas con el resto de países —más de un centenar en la actualidad— y su Gran Maestre tiene rango de jefe de Estado. Goza asimismo de un asiento como observador permanente en la ONU.
El decreto papal del 3 de septiembre recuerda que al tratarse de una orden religiosa «depende, en sus diversas articulaciones, de la Santa Sede», e insiste en «la necesidad de iniciar una profunda renovación espiritual, moral e institucional» en su seno que afecte tanto a los miembros de Primera Clase como a los de Segunda.
«En nombre de toda la Orden —dice Frey John Dunlap— agradezco sinceramente a Su Santidad el Papa Francisco y a su Delegado Especial, el Cardenal Silvano Tomasi, el cuidado, la precisión y el amor que han mostrado por nuestra Orden».