San Eutimio, sacerdote y contemplativo
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Marzo es un mes de prototipo vocacional porque el mes de San José es el mes del Seminario. Hoy celebramos a San Eutimio, cuya vocación sacerdotal fue muy clara a tempranísima edad. Nace el año 377 en Melitina, capital de Armenia. Pronto se quedará huérfano de padre, y siente la vocación al sacerdocio, ordenándose sacerdote con tan sólo diecinueve años. Nombrado archimandrita de los monasterios de la zona, pronto ingresará en uno de ellos.
La vida contemplativa es hechura suya. Pero esto no le evitará recorrer diversos conventos, empezando por los de Tierra Santa, y siguiendo por Pharán y Douka. Así verá cuál de ellos es el más sencillo para vivir él, ya que la fama le perseguía por todas partes, algo que no quería. Decidido por Pharán, dada la proximidad a Jerusalén, a los cinco años debe abandonarla e irse con otro compañero, Teoctisto, a la gruta de Dabor.
Sin embargo, la multitud le sigue con la intención de imitarle en la vida eremítica. Allí se producirá la curación del hijo de un hombre caldeo, quien, había venido con todo el séquito en busca de Eutimio. Al producirse la curación humana, también viene la conversión del corazón, convirtiéndose al cristianismo. Todo esto le alimenta espiritualemente. Sin embargo, él sigue persiguiendo huir del mundanal ruido para un mayor trato con el Señor.
Buscando más silencio para su recogimiento y oración, marcha a Sabel, en el Sur del Mar Muerto, donde entrará en contacto con muchos árabes. La sencillez del Santo les arrastra a abrazar la Doctrina de Cristo. Convirtió a la Emperatriz Eudoxia, unificando Oriente en el Concilio de Calcedonia. Pero también llega la cruz. Y fruto de las envidias por la labor que hacía San Eutimio muere mártir en el año 840.