EVOLUCIÓN HUMANA

Los humanos soportaron lo más duro de la Edad de Hielo también en el interior peninsular

Elena Camacho

Agencia EFE

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Elena Camacho

Hace 21.000 años, la Península Ibérica afrontaba el periodo más frío de la Edad de Hielo, el Último Máximo Glacial, una época en la que pese a las durísimas condiciones climáticas, los humanos modernos lograron sobrevivir incluso en las zonas más frías del interior peninsular.

Una de esas zonas está en el valle del río Piedra, en Embid, Guadalajara, cerca de Molina de Aragón, una localidad que pese a no ser alta montaña, cada año suele registrar las temperaturas más bajas del invierno en España (-25,2 grados en 2021).

En este valle está el yacimiento de Charco Verde II, que empezó a excavarse en 2020 y que contiene pruebas evidentes de que, hace entre 21.000 y 15.000 años, los humanos ocuparon la zona de manera recurrente, algo que hasta hace poco los científicos habían descartado por las duras condiciones climatológicas de las fases más frías del Pleistoceno superior (la temperatura global era cinco o seis grados de media más baja que ahora).

Hoy, un artículo publicado en la revista Plos One presenta los primeros resultados científicos del yacimiento que confirman que esta zona fue habitada en algunos de los periodos más fríos de la última glaciación, durante el Último Glacial (hace unos 21.000 años) y durante el evento de Heinrich 1, que tuvo lugar hace entre 18.000 y 16.000 años.

El estudio, coordinado por la Universidad de Alcalá y el Geoparque Mundial Unesco Comarca de Molina - Alto Tajo, forma parte del proyecto Multipaleoiberia, en el que un equipo multidisciplinar de científicos estudia las formas de vida de los últimos neandertales y primeros humanos modernos durante el final en el Paleolítico medio y Paleolítico superior.

"El proyecto se centra en las zonas de interior peninsular porque la mayoría de yacimientos de los momentos más fríos de la última glaciación, durante el Paleolítico superior, se han encontrado en las costas, en la franja cantábrica y mediterránea, y en Andalucía y Portugal", explica a EFE el coordinador del proyecto Manuel Alcaraz Castaño, profesor de la Universidad de Alcalá.

Y es que hasta ahora, parte de la comunidad científica daba por sentado que las duras condiciones climatológicas de la última glaciación en las regiones interiores eran demasiado inhóspitas para los cazadores-recolectores, pero "nosotros creemos que aunque las condiciones fueran difíciles se han encontrado pocos yacimientos porque se ha hecho menos investigación en el interior", apunta el arqueólogo.

Este yacimiento confirma que "los humanos vivieron en esta zona, que es una de las más frías de España y en uno de los momentos más fríos de la Edad de Hielo", subraya.

Una estepa fría y árida

El yacimiento de Charco Verde II, dividido en cinco niveles, contiene material arqueológico de entre 21.000 y 15.000 años de antigüedad, relacionado con la cultura Magdaleniense del final del Paleolítico superior.

"Todavía son cazadores-recolectores nómadas pero sus asentamientos empiezan a estructurarse", tal como puede apreciarse en este yacimiento, que "fue un refugio recurrente durante miles de años y que, además de estar en un excepcional grado de conservación, es de un tamaño considerable", apunta.

El lugar no llega a ser una cueva, es una oquedad en la pared que daba abrigo y permitía a los hombres trabajar, organizar las tareas y el descanso en torno al fuego "que ya es la base de la comunidad", detalla.

Entre los restos, se ha encontrado mucha industria lítica tallada (la mayoría hecha con sílex de la zona), utensilios fabricados con hueso y astas de ciervo, como buriles, puntas de azagaya y varillas semicilíndricas (únicas del magdaleniese medio y superior), además de conchas marinas y moluscos perforados que se usaban de adorno personal.

Además, se han encontrado numerosos restos de huesos de la fauna que cazaban, procesaban y consumían, sobre todo ciervos, cabras y caballos y que, junto a los pinos, enebros y arbustos como la artemisa, conforman el paisaje y la biodiversidad de las áridas y frías estepas de la Edad de Hielo.

Para el equipo, estos resultados no solo son de gran importancia sino que además proporcionan una base científica sobre la que construir una investigación duradera a medio y largo plazo.