La alcaldesa de Washington impone el toque de queda durante dos días ante los disturbios en la capital
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La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, ha decretado un toque de queda en la capital durante los dos próximos días que comenzará a partir de las 19.00 horas de este lunes ante los violentos disturbios que se han registrado en las protestas por la muerte bajo custodia policial de George Floyd, que han tenido en la Casa Blanca uno de sus principales focos.
En rueda de prensa, la alcaldesa ha denunciado que en el centro de la ciudad se han producido "daños significativos" tras registrarse casos de incendios intencionados, vandalismo y enfrentamientos entre los manifestantes y la Policía. Browser ya había decretado el domingo el toque de queda en la capital entre las 23.00 y las 6.00 horas de este lunes.
Sin embargo, eso no impidió que se produjeran manifestaciones y altercados el domingo por la noche que, según el jefe de la Policía de Washington, Peter Newsham, ha habido 88 arrestos, de los que 44 han terminado con cargos por disturbios.
Bowser ha explicado que ha recorrido esta mañana el centro de la capital, donde ha podido comprobar de primera mano los daños registrados, especialmente en los alrededores de la plaza Lafayette, frente a la Casa Blanca.
"Como capital del país, somos con frecuencia anfitriones de manifestaciones por la Primera Enmienda --que recoge la libertad de expresión-- y aplaudimos el espíritu estadounidense de protesta", ha destacado la alcaldesa, que ha destacado que "todo ciudadano debería sentirse enfado por el asesinato de George Floyd".
Sin embargo, ha añadido, "quiero implorar a los residentes en Washington DC que piensen en modos de ser parte de la solución y no parte de la destrucción". En este sentido, el jefe de la Policía ha dejado claro que cualquier persona que no sea un periodista o realice una función esencial será detenido si sale a la calle durante el toque de queda.
Este viernes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue evacuado al búnker de la Casa Blanca ante la escalada de protestas en las inmediaciones, donde el Servicio Secreto se vio obligado a intervenir para retirar algunas de las barreras instaladas junto a la sede presidencial.
El mandatario norteamericano se refugió en el búnker durante un corto periodo de tiempo y, según un portavoz de la Administración citado por CBS News, por un exceso de celo, no tanto porque existiese un riesgo inminente para la integridad del magnate neoyorquino.