Ciudadanos, el cómplice necesario de Sánchez
Ciudadanos, el partido liderado por Inés Arrimadas, se ha convertido en el cómplice necesario de Sánchez
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Desde que Inés Arrimadas se hiciese con las riendas en Ciudadanos, el cambio de rumbo que ha tomado la formación es más que desconcertante. Tanto, que a estas alturas del partido no sabemos ni siquiera en qué casilla del tablero se sitúa y ha pasado, de su frontal oposición al Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a ser el cómplice necesario para que el primero pueda seguir, relativamente cómodo, en el sillón de Moncloa sin que el segundo se incomode demasiado.
Con Albert Rivera al frente de la formación naranja, y después de aquel acuerdo fallido de investidura con el PSOE, el rechazo a Sánchez y “su banda” estaban claros. Ahora, todo parece valer con tal de arrimarse a la sombra de Moncloa.
En la nueva dirección del partido que encabeza Arrimadas, nada les importa que mientras el Gobierno acuerda con ellos, por ejemplo, medidas tan ‘increíblemente relevantes’ como que la distancia de seguridad entre personas se fije finalmente en 1,5 metros y no en 2, como anunció Edmundo Bal, el dos de Cs; Sánchez esté llegando, por otro lado, a pactos como la derogación de la reforma laboral con los herederos de ETA, Bildu, a los que continúa blanqueando cada vez que puede.
Ciudadanos ha entrado así, de lleno, en el mercadeo en el que ya estaban todos los que apoyaron a Sánchez en la moción de censura para sacar a Rajoy del Gobierno, que fueron los mismos que el pasado 7 de enero lo hicieron presidente, con su voto a favor, como Podemos, PNV, Más País, Compromís, NC, Teruel Existe y BNG, o con sus imprescindibles abstenciones, como ERC y EH Bildu.
Mientras independentistas y nacionalistas sacan sus particulares tajadas a un Gobierno en minoría, enclenque y dividido desde antes incluso de que se formase, Ciudadanos ha decidido dar un volantazo tan inesperado como desconcertante, una decisión que le puede salir muy cara, a tenor de lo que estamos viendo.
De momento, Sánchez ya le está haciendo ojitos a la líder naranja de cara a los presupuestos de 2021 y mucho tienen que cambiar las cosas para que Arrimadas no los apoye directamente o los permita con su abstención.
La presidenta de Ciudadanos quizás olvide, por interés, que no se puede negociar nada con un presidente que miente descaradamente a los españoles una y otra vez; que firma acuerdos que a las pocas horas modifica; que lidera un Ejecutivo que es el campeón del mundo de la rectificación; que permite que se ataque cobardemente a la Guardia Civil y se les acuse sin ni una sola prueba, entre otras simplemente porque no las hay, de estar tramando un golpe de estado; o que es incapaz de controlar a un vicepresidente, como Iglesias, desbocado, y que, de la manera más cobarde, está echándole toda responsabilidad de lo que ha ocurrido en las residencias de ancianos a las comunidades, a pesar de que él mismo asumió públicamente y en directo ante los españoles las competencias.
Muchos ya le han dado con la puerta en las narices a Arrimadas. Girauta y De Quintos quizás sean los más mediáticos, pero detrás de ellos hay una larga lista de ciudadanos anónimos que también han dejado plantada a la líder naranja, al negarse a ser cómplices de la políticas de Sánchez y su Gobierno.
Lejos, muy lejos, parece quedar ya aquella política que el 21 de diciembre de 2017 ganó las elecciones en Cataluña y a punto estuvo de ser la primera presidenta de la Generalitat no nacionalista. Ahora, Arrimadas parece que no es más que otra “miembra”, como diría la ministra de Igualdad, de la “banda” de Sánchez.
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