Demencia senil en tiempos de coronavirus

Carlos Pérez-Pla no entiende lo que pasa, no entiende por qué le han roto su rutina

Carlos Pérez-Pla, padece demencia senil y no entiende qué está pasando

Patricia Rosety, jefa de Tribunales de COPE

Publicado el - Actualizado

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Tiene 94 años y mantiene la elegancia que siempre tuvo. Estaba acostumbrado a salir a la calle todos los días. Sus hijos, que son nueve, le sacaban de paseo en su silla de ruedas o en coche. Incluso, algún día, tomaba el aperitivo. Pero desde que se decretó el estado de alarma, Carlos Pérez-Pla está confinado en su casa, como todos. Pero hay que tener en cuenta su edad y que, además, sufre  demencia senil, y esto hace que el encierro en casa no sea fácil ni para él ni para su familia. Está viudo y vive con su hija Mamen y con su cuidadora, María. “Esta situación de confinamiento ha robado la paz a mi padre”  dice a COPE su hija. “Esa paz que tanto se merecen nuestros mayores en sus últimos años de vida y que nos reclaman en silencio”, explica Mamen. Las personas mayores tienen que tener su rutina y Carlos no entiende que le hayan roto la suya, no entiende lo que pasa. A veces, se desespera por no poder salir.

Carlos Pérez-Pla, tiene 94 años y padece demencia senil

Mamen Pérez-Pla nos cuenta que su padre tiene miedo, mucho miedo, se angustia, está temeroso y no sabe explicar por qué.  Nos cuenta muchos de esos momentos. Ha habido días, dice, en los que cree que estamos en una guerra civil, él la vivió, y quiere salir para ir a buscar a sus hermanos. Llora porque cree que les van a matar. Otra de las situaciones se refiere a los hospitales. Se ven muchas imágenes en televisión. Carlos creía que estaba en un hospital, en un quirófano,  y estaba aterrorizado, manifiesta Mamen. Tuvo que llamar a uno de sus hermanos para que se hiciese pasar por médico y que le tranquilizara, que le dijera que estaba bien, que no tenía nada. Otra cosa que Carlos no entiende, y le asusta, es que sus hijos y sus nietos no vayan a verle. Tiene nueve hijos y veintidós nietos. Está acostumbrado a la familia numerosa, y a tener la casa llena de gente, incluidos los amigos de sus hijos. Pero ahora no entra nadie y tampoco sale nadie. Desde el confinamiento ni Mamen  ni María, su cuidadora, han salido a la calle.

 Arropa a su padre al cien por cien, reclama toda la atención. Mamen quiere devolverle todo lo que él ha hecho por ella y por sus hermanos. Y se refiere a todo lo que todos  debemos a nuestros mayores. Intenta darle la paz, seguridad y compañía que necesita, que no se sienta solo. En muchos momentos ella siente ansiedad  y nota el cansancio psicológico, pero no se lo transmite. Lo deja para hablarlo con sus hermanos, que aunque no estén en casa están muy pendientes de su padre y de su hermana. Le pone muy  triste ver lo vulnerable que está su padre, la demencia senil lo hace más difícil. “Ver llorar a mi padre es muy duro” dice Mamen Pérez-Pla.